domingo, 2 de diciembre de 2012

Segundo movimiento


Iceberg de piedra pómez en el mar de Nueva Zelanda
(Pudo ser debido a la erupción de un volcán submarino)


Hacer lo que necesitas en cada momento, contar tus miedos, decir de tu intimidad con el mundo sin restricciones es un verdadero lujo. Aquí hago lo que quiero y qué pocas veces resulta tan cierto.
Son las cinco de la madrugada. Tras la cena con mi amiga (un lujo de despedida) el paseo hasta casa y el fuerte aire frío del norte hicieron del deseo de descanso y sueño un placer.

Espabilada y con ganas de empezar el viaje subo los últimos bártulos al coche y la carretera es mía. Durante largos tramos de autovía ruedo sola en esta mañana de domingo, pocos coches me adelantan aún yendo a 10 km por debajo del límite de velocidad, estoy disfrutando del placer de conducir.
Una luz naranja en el cuadro de mandos me hace reparar en la baja temperatura del exterior, 4º y bajando. Ha permanecido roja quince minutos ¡a 0º!  Este asombro mío también me pasma ¡cómo si no supiera que existen los polos con temperaturas extremas bajo cero!
Me hace pensar en que las expectativas superan el placer de realizar el hecho en sí. Hacer que el fin que guie nuestra vida sea el éxtasis de la búsqueda, como dice Punset “la felicidad está escondida en la sala de espera de la felicidad”.

Patinamos sobre el calmado Mar Cantábrico, fuera todo se queda y yo me voy.
Si que marea un poco esto, cuando ando hacia el sur la plataforma bajo mis pies se mueve hacia el norte. Sentada en la proa junto al gran ventanal, el mástil inclinado con las banderas crea el efecto de tirar del ferry. Mientras amanece empiezan a brillar cúmulos de nubes claras en todo el horizonte y de nuevo me asombro, el horizonte dibuja un círculo a mí alrededor y al cielo, lo ha convertido en su cúpula. 
Esta sensación que provoca la naturaleza antes de comenzar el bullicio humano es de una inusitada paz.

Le tengo mucho respeto al mar, tanto, que raya el miedo. Nuestra gran y última reserva de alimento y energía a la que seguimos sin darle importancia y a la que -en pleno siglo XXI- seguimos deteriorando conscientemente.
No hace falta estudiar economía para saber que deberíamos comenzar a darle valor a la vida en el mundo para aumentar el valor de la nuestra.
“Existe toda una serie de estudios toxicológicos que muestran que las orcas de las costas de la Columbia Británica están completamente contaminadas con PCB* y otros tóxicos ambientales. Se ha comprobado la existencia de más de ciento cincuenta miligramos de PCB en el tejido adiposo de una orca. Ningún sistema inmunológico humano habría tenido la menor posibilidad de sobrevivir.”
Y como no, la bendita Monsanto los estuvo comercializando, hoy su uso está prohibido en casi todo el mundo. 

Otros estudios realmente interesantes intentan recrear un período de la historia de la Tierra de hace aproximadamente cincuenta y cinco millones de años: 
“En algún momento entre el Paleoceno y el Eoceno parece ser que hubo en la Tierra una catástrofe climática de proporciones bastante grandes. El océano dio un verdadero vuelco. Murieron el setenta por ciento de todos los seres vivos del fondo del mar, principalmente los unicelulares. Sectores completos del mar profundo se convirtieron por un tiempo en zonas hostiles a la vida. En los continentes, en cambio, se produjo una revolución biológica que marcó la aparición de los linajes actuales. En el Ártico aparecieron cocodrilos, y desde las latitudes subtropicales emigraron primates y mamíferos modernos hacia Norteamérica. Un terrible desorden.
El mar se calentó en aquella época, de modo que se desestabilizaron cantidades relativamente grandes de hidratos de metano. En consecuencia, los taludes continentales se desprendieron y liberaron más yacimientos de metano. Al cabo de pocos milenios, tal vez siglos, miles de millones de toneladas de gas llegaron al océano y a la atmósfera. Un círculo vicioso. El metano impulsa el efecto invernadero con una potencia treinta veces mayor que la del C02. Calentó la atmósfera, de modo que volvieron a calentarse los océanos, se desintegraron más hidratos, y así sucesivamente. Incluso el planeta llego a carecer de hielo,  la Tierra se transformó en un horno. Para una liberación de carbono durante 1.000 años se ha estimado un período de recuperación de 150.000 años” **

Si la naturaleza por si sola corrige su propia evolución destruyendo sus creaciones inadecuadas y gestionándolas de manera diferente, está bien que la estudiemos a fondo y aprendamos, a ver si en una de estas nos libramos de que nos corrija también a nosotros que ya sabemos que no se anda con miramientos.

Estoy llegando a mi primer destino. Durante toda la travesía los mares que hemos atravesado han estado en completa calma, he percibido mucho más el ruido y las vibraciones de los motores que el choque del agua contra el casco. Loados sean Haco y Neptuno.


*PCB, su aspecto es desde aceitoso hasta resinas duras y transparentes o cristales blancos, la contaminación por ingestión en los humanos se produce por inhalación y sobre todo en alimentos propensos a estar contaminados como pescados y mariscos. http://es.wikipedia.org/wiki/Bifenilos_policlorados


domingo, 28 de octubre de 2012

Primer movimiento


Obra de Koko Rico en Laguardia (Rioja Alavesa)
Compañeros inseparables del viajero


Es difícil saber cómo empezar.
Hablar y leer constantemente sobre la crisis hace perder cualquier sentido de progreso. Existe un temor diferente entre los que hemos vivido siempre en crisis, incluso en tiempos de bonanza, y los que han disfrutado del privilegio de optar a cuanto han deseado o a la mayor parte de sus aspiraciones. Es como si antes yo me viera fuera del tiempo y ahora vea a los demás.

Me centro en hacer progresar aquello que me propuse hace tan solo unos meses. A unos días de la partida solo está aplazado lo del último momento. El coche puesto a punto, las maletas y bultos pendientes de cerrar, reservas y billetes de hotel y pasaje, punto de encuentro en la isla, despedidas.

La aventura que me espera es sugestiva y emocionante, con tantas posibilidades de éxito como de fracaso. Del fracaso, rechazo lo que tiene de frustración -usaría quiebro por lo de no poder conseguir un fin pero no produce la misma inquietud  al leerlo que provoca el vivirlo-, ya que a estas alturas de extenuante esfuerzo librándome de ataduras tan pegajosas como el galipote ya se ha involucrado el éxito.
Y en tanto me queden fuerzas no quedará en esta pequeña pero bacanal primera aventura.

Experimento alegría entre mil preocupaciones al enfrentarme a una nueva vida donde soy ajena a costumbres, a los hábitos para servirme del medio que me rodea, a superar las manías de lo que no comparto, a la lucha por hacerme un hueco en situaciones de desventaja…
La diferencia entre mi medio habitual y al que pretendo conquistar está en la mejora de las condiciones y no a la inversa, ya es un handicap a mi favor, que si bien puede considerarse positivo podría ser tan duro como irse a recorrer el Amazonas, pero no imposible.

Al levantar la mirada tras unos momentos de concentración, vuelvo a sumergirme en los gritos y las prisas de la gente que habla y gesticula sin decir nada, hemos convertido la comunicación en una hazaña y utilizamos los gestos y la palabra como escudos y espadas con los que atacar y protegernos. Lo más curioso es que ni siquiera nos miramos, curioso porque todos sabemos que nadie va a decir nada nuevo, y algo triste  porque al dejar de escucharnos hemos hecho de la ciudad un lugar un poco más hostil.

Mi ciudad y mi país aparecen en el casi ignorado televisor del local. Alguien cerca de mí se queja de un gobierno al que le votó una mayoría de españoles y que se limita a hacer lo que siempre ha hecho la derecha política española, están de más ese asombro y esa irritación exacerbadas. Aún estoy aquí y ya a ambos les noto lejos.

Espero aprender mucho. Espero entender por qué no ha funcionado el estado de bienestar en mi país. Espero ser capaz de reeducarme viviendo con otros criterios, otras maneras y otras formas de aceptar el mundo y a los humanos. Ya tengo práctica en superar momentos críticos puede que por eso no me resulte tan descorazonador cambiar con los tiempos.
A veces solo el respeto que consigas sentir por ti misma puede ser la mejor manera de apuntalar tu existencia.



sábado, 1 de septiembre de 2012

Agosto cenizo, adiós



El inquietante extremo de la belleza de Giovanni Boldini


Camino buscando la sombra por calles estrechas mientras el despiadado sol oprime todo lo que alcanza contra la piedra caliente, las paredes limpias y revocadas con postigos y puertas de aspecto cuidado desdicen la sensación de pueblo deshabitado. 

La señora Benancia se acerca en dirección contraria con la espalda encorvada, dando a sus cansinos pasos un movimiento pendular que hace temer, si algún imprevisto le modificara la trayectoria, pudiera volcar en cualquier dirección. En mi imaginación, últimamente algo siniestra, me veo en ese trance futuro de tener que medir la distancia al suelo en cada paso.

Un momento antes de llegar a su altura se apoya en la pared levantando la cabeza para saludarme. Su sonrisa de tan alegre asombra que habite en un cuerpo tan viejo, sus arrugas y su aspecto maltrecho no dejan suponer la fuerza, la vitalidad, la limpieza, la belleza y la elocuencia con la que sorprende su mirada.

Juntas andamos hacia la higuera en la pequeña fuente que hay en uno de los lados de la plaza cuadrada. Nos acoge una refrescante y oscura sombra entre silvestre y ajardinada que casi parece un paraje de los hermanos Grimm. Allí la tasca del otro lado ha sabido aprovechar el lugar con unos cómodos silloncitos de esparto. A estas horas de la tarde, ni los pequeños tractores de agricultores que transitan en las mañanas y los atardeceres, ni niños ni adolescentes perturban el sonido del mundo.

Benancia no podrá presumir de haber atravesado las nubes y planeado sobre ellas, o de pasear la mirada por la Piazza di Spagna, o de haber disfrutado un concierto en Viena ni jactarse de haber paseado por Piccadilly Circus. La altivez y la indiferencia mundanas pasaron de largo por su lado, sus experiencias no las cuenta con esa aura de suficiencia donde cualquier atisbo de ternura o candidez son defectos a ocultar a toda costa, en su mirada no se aprecia desafío ni complacencia en la admiración de los demás.

Por el contrario, su fuerza y su belleza radican en su capacidad de sorprenderse, todo le parece nuevo y maravilloso. Maestra y lectora incansable de cuanta biblioteca estuviera a su alcance, se ha ido haciendo su propia idea del mundo y sin perder de vista el cielo y las estrellas, no dejó de pisar nunca en la tierra. Su conversación resulta incluso refrescante contra un cielo con el azul más amarillento y ardiente que quepa imaginar, su sabiduría, su cortesía, nos trasladan a un espacio no pensado sino sentido, como “un ámbito diferenciado entre espacios inmensos de luz quieta y fría arriba y espacios inmensos de luz quieta y fría abajo”.

Me revela que el mundo no es mudo sino que sólo espera que alguien le hable en un lenguaje que él comprenda. Y ella sabe que contesta, en su idioma, contesta y espera que tengamos bizarría para aprenderlo.
Benancia habla con ligeros toques de humor y el acento y la sonrisa de su niñez. Cuenta y dice como brisa, despacio, entonando y paladeando la palabra, se ennoblecen sus rasgos y usa de la pasión sin levantar la voz, y lee en tus ojos y tu respiración el apunte de cuando debe callar y cuándo esperas oír más.

Y ella me ha dibujado la imagen más certera de las personas, de la plebe, de la masa, dice que es imposible crearles un rostro fijo o ponerles nombre, son río, siempre el mismo y siempre distinto, son nube, siempre cambiante, son árbol que obra libre y espontáneo con una fuerza natural y misteriosa. Si le preguntaras a una cualquiera, la mayoría del tiempo ni sabe bien qué quiere ni adónde va, pero si observas a la masa durante un periodo puedes ver su camino, su evolución, en ocasiones su brillo y las más de las veces sus despojos.

Salgo de la España profunda, quieta y sosegada de cielos rojos, del “sí” y el “no” contundentes que la élite ha olvidado escuchar, de tierras y ansias quemadas.
Hoy se lo cuento al Mediterráneo que acariciante en su letanía me recuerda que en el compromiso con la vida siempre debería tenerse en cuenta aquella definición de Epicuro:“la felicidad es el fin motivador  -en último término inalcanzable- del hombre” para no empeñarse en perturbar la tranquilidad conquistada.

Si, es el cielo el que ha copiado el color al mar.

domingo, 22 de julio de 2012

El gusto por lo imposible


Manifestación (1934)
Antonio Berni (1905-1981)


Está cumpliéndose mi destino sin que el mundo se percate de ello, no se sabrá ni mi nombre ni se percibirá mi presencia hasta que pase a formar parte de una de esas estadísticas que contendrán muchos de los acontecimientos similares que se habrán producido en el globo. Y aunque la realidad es esta y no otra, hay temas que no puedo pasar por alto. O me sacan de quicio a mí o yo saco a los demás.

En todo caso cuando consigo sonreír y mantenerme ajena me toman por comprensiva y la verdad es que no lo soy en absoluto. Si relatara dichos acontecimientos con mi visión simple de lo que sucede a mi alrededor no evidenciaría hasta mucho más tarde las complejas conexiones existentes con lo sucedido en multitud de esas situaciones similares. Una vez formen parte de cualquier estadística los sucesos habrán pasado a otro nivel y ni mi destino ni yo tendremos la más mínima importancia. 

Sigo estando de acuerdo con los que piensan que no nos enfrentamos tan solo a un sistema podrido sino a nuestra culpabilidad por haber dejado que se pudriera, y estimo que hay muchos que no lo ven así pues de otro modo no estarían en el poder quienes están. En una sociedad como esta se dice que las instituciones han de establecer y guiar la vida de sus gentes escudando y salvaguardando su adecuado desarrollo. Dada la situación en la que nos encontramos el sistema, este sistema, no ha funcionado.

Dado también que en estos momentos los granujas son los únicos autorizados a hacer rodar la mole apelmazada del desconcierto, solo queda arremangarse y sacar valor de debajo de las piedras, o el miedo, que también une, y ser lo más granujas posible para poder contener la embestida de los atacantes. Si la vergüenza, la consideración, el respeto, han perdido el poco valor que les quedaba la derrota solo es asumible echando mano de la astucia.

Un mundo capitalista global en el que se ha impuesto una grave incultura financiera dice mucho de su capitalismo o habría que llamarle ya imperialismo económico. 
Es hora de entender en este nivel de ancha base la gran importancia de un "cliente descontento" para el ambientillo de los niveles altos y estrechos, por mucha sonrisa de medio lado que pongan.

Estando en estas cábalas, en que me reconozco cabreada con el sistema porque sencillamente me ha dejado tirada después de tantos años y con la única alternativa de marcharme sin reconocimiento alguno, me ha hecho mucha gracia la pregunta de James K. Galbraith en El País refiriéndose a Europa y España: ..."tiene como prioridad preservar el sistema bancario y el euro, como si eso fuera un fin en sí mismo, en lugar de activar el crecimiento para dar alguna posibilidad a los millones de parados españoles. Para cambiar esa realidad, el Gobierno de España debería ser atrevido y perspicaz. ¿Tienen ustedes un Gobierno así?."

En cuanto a lo de atrevido, según se mire, porque atrevidos lo han sido durante años pero perspicaces nada más lejos de la realidad que se nos brinda.

E incido de nuevo en nuestra falta de interés y discernimiento, nos comportamos como células predispuestas a que se nos coman los nódulos cancerosos que nos acechan, desde luego arrestos islandeses de momento no se vislumbran por aquí. 

El milenio aún no da indicios de querer prescindir de mí. Aunque nunca se sabe con seguridad hasta que apareces en una de aquellas estadísticas. Más de uno me considerará un tanto imbécil por querer deshacerme de todo lo que atrapa en un sistema que se hunde sin remedio. Parece mucho más heroico hundirse en el fango con todas tus posesiones y con paciencia y aguante salir un día de estos a flote habiendo perdido lo mínimo posible. 
En mi favor solo puedo decir que es más fácil hablar de la experiencia que sacarle partido a la experiencia. 

Ya he decidido que no quiero nada de la morralla que he conseguido en tantos años y de la que poco a poco me estoy deshaciendo, de todo lo que me ha imposibilitado la más de las veces mandar al carajo promesas políticas, incentivos patronales, ofrendas financieras y guiños amistosos de un enjambre social que no sé por qué todos se empeñan en hacerle “el boca a boca”.



Cuadros de Antonio Berni, Manifestación y Desempleados (1934), podeís ver su obra aquí:
http://www.arteargentino.buenosaires.gov.ar/areas/cultura/arteargentino/02dossiers/berni/0_berni.php


miércoles, 20 de junio de 2012

Mi multitud de yos


Estany Tort de Peguera junto al refugio Josep María Blanc a 2.318 m. de altitud.
Espot, Pirineo leridano.


 
Es un día precioso. La sala del aeropuerto está en penumbra a pleno sol y a pesar de las paredes de cristal. En esta ciudad hay tanta luz que disfrutamos de la oscuridad derrochando electricidad. En la espera entre la lectura y la música, escribo de la agitación del aeropuerto y de mis memes.

Hay veces que distingues con facilidad entre la gente a personas diferentes, no por sus expresiones, sus ropas o sus pertenencias y ni siquiera por su idioma, que son solo acicates adquiridos del ambiente en el que nos afanamos continuamente. Lo que realmente las distingue es su actitud. Ese aspecto agradable en el hacer de gente acostumbrada a ver cosas nuevas, son personas que permanecen fieles a sí mismas escuchando otras maneras de pensar y poseen ese talante que les mueve a pertenecer allí donde estén.

Sabemos que con la vida no se puede experimentar, y por lo tanto -si conseguimos asumirlo- nos queda la certeza de que la inexperiencia nos dirige. Además de estar forzados constantemente a tomar decisiones, algunas sin pensarlas y otras con mucho miedo, debemos asumir las consecuencias obligatoriamente. Para evitar que me amarguen la vida tanto si escogí la acertada como la equivocada asumo mi inexperiencia y con ella los resultados que presumo inevitables, con lo cual me encuentro en el dilema de escoger como si de una aventura se tratara. Siempre en alerta.

Si solo hay una opción puede ser muy duro, si hay varias se hace difícil escoger, pero se pone aún peor si más de una de las posibilidades nos parecen buenas, o si a todas las opciones les acabamos encontrando un “pero…”.
Y suele ocurrir que una vez decidida y puesta en marcha comprobamos que cualquiera de las que nos hacían dudar pudiera haber sido, quizá, más adecuada.

Aquí entra en juego tu personalidad y empiezan las preguntas ¿Qué voy a hacer? ¿Qué decisión y por tanto que consecuencias estoy dispuesta a asumir? ¿Cómo es posible que a estas alturas tenga aún que asentar mi actitud?

Decides que has de marchar y da vértigo. Ese mismo vértigo que espanta cuando cruzas un puente o estás cerca de las vías del tren y que sin más te hace desear fervientemente lanzarte al vacio. Cuesta decidir ¡con lo fácil que resulta no hacerlo! Resuelves que con cualquiera de las posibilidades los resultados son asumibles, solo tu talente te permite al fin elegir una opción en ese momento. Y decides.

En realidad no importa, cuanto más años pasas aquí más te convences de que lo que sea que hagamos en este bellísimo e infernal lugar es experimentar con lo que podamos haber aprendido –qué curioso que cuanto más tiempo llevas vivido más posibilidades tienes de acertar y menos interés te demuestra la sociedad-, como cuidar en alejarte de los fundamentos establecidos y de los puntos más explosivos o aprender a manejarlos si eres aventurera. Si aprendes a reconocerlos estudias cómo desvincularte, y lo que aún es mejor, a saber que están ahí. Todo esto te aleja de la existencia ociosa, y de vegetar en esta ínfima parte de la Historia.

Mayo de 2012 y me he trasladado a otro mundo. Aquí los tonos verdes son infinitos, cada planta tiene su exclusiva tonalidad, y los grises son inmensos. De donde vengo las tonalidades del verde sólo indican vida, agonía o muerte, y el gris, oscuridad.
Mi mundo en la oscuridad de la incertidumbre, donde los sentimientos no desprenden color sino tristeza, y los colores solo diferencian cosas. Aún así sonrío. Me sumo en una melancolía acogedora pero mantengo cerrada la puerta a la que llama la tristeza, sin hacer ruido voy alejándome por la parte de atrás como si de un paseo cualquiera se tratara.

La desesperanza puede destrozar un cuerpo con la misma implacabilidad de un cáncer. Es un fundamento inútil creado por la mente del género humano para la explotación de los otros que deberíamos empezar a aniquilar ya, difícil de tratar, por supuesto, pero existe la vacuna, una misma.
Elegir y aceptar, pero sobre todo seguir escribiendo en la Historia. Esa es la aventura.

Puedo seguir enamorada de la vida sin ese apego burgués a la atadura de todo y por todo, donde continuamente andan tapando las amplias brechas que abre en su estética de la satisfacción y la comodidad lo voluptuoso y lo radiante, donde el alto destino del hombre y el valor de las cosas no ayudan pues continuamente acaban en nada. A la vida le importa un pimiento los hechos y los sacrificios, los héroes y las epopeyas y muchas veces hasta parece que se burla.

Cada vez que topas con una persona que se conduce de manera sincera y serena ves lo inútil de tu conducta perfecta, obediente y ordenada. Mi multitud de yos se disponen a congregarse de manera diferente para una nueva etapa, ya no soy pues la que era.

He hablado de fundamentos inútiles y sigo conjeturando ¡hay que ver lo difícil que resulta desprender de mis genes y memes el lodo grasiento de las doctrinas sociales!

“La eternidad existe porque solo es presente” ¡Bien dicho!


sábado, 21 de abril de 2012

La Historia No Ha Sido, Es, Está Viva. (I)



¡¡Gente, maravillosa gente!!




Gritos de niños que juegan en la calle, voces de gente que pasa, murmullo en la terraza del bar, nada que ver con el ruido de tráfico en la avenida de casa aun resultando igual de molesto. La algarabía que sube de la calle jalonada con el canto de los pájaros, el ladrido lejano y las campanadas de la torre me distraen de la idea que no consigo expresar, unir las palabras que dicen lo que quiero me está costando mucho esfuerzo. Me evado en la modorra de la siesta mientras avanza la tarde y aumenta el trajín callejero.

Subo de la calle de madrugada, el silencio de lo humano no paraliza la vida, rumorea el río y de vez en cuando el crujido de ramas y hojas secas pone en alerta a quienes se sienten indefensos. Al igual que el viento entre las rendijas, los roces y los golpes en las noches quietas de la ciudad suenan amenazantes.
En la habitación iluminada por la luna que entra a raudales brindando una paz sedante mi pensamiento vuelve a razonar. Enciendo el ordenador y leo, medito y escribo. Empiezo a emocionarme y el pensamiento de la tarde comienza a fluir.

Con todo lo experimentado e ignorado hasta ahora resulta muy difícil entender qué está pasándole a esta burguesía del siglo XXI, quiero razonar con el mayor rigor del que sea capaz estos acontecimientos, calzar el máximo de puntos y sacar alguna conclusión en por qué las decisiones sociales no están originando cambios renovadores en los fallos del sistema, haciendo parecer incluso que su desarrollo continua fuera de nuestro alcance.

En este bárbaro intento advierto que en ciertas épocas las personas nos volvemos mentalmente inoperantes. En el levantamiento de hombros general cuando ocurren los desatinos que nos llevan al filo de la extinción como humanos me pregunto, por qué la masa cae como el plomo y se arrastra hacia lo fácil y lo cómodo, por qué la parte que queda aplastada se deja morir y unos cuantos hastiados y rendidos se alejan en solitario llevando su visión y su fuerza lejos del resto.
Esa fuerza, esas visiones, son un desafío al entendimiento, pero la impregnación de sus pensamientos es tan lenta y resulta tan fácil dejarse llevar. La cabeza de la corriente se vuelve inmune a la magia de las palabras y se apelotona en lo masoquista de su rudeza.

No queda otra opción que echar mano de la historia. Pero la historia de los libros que nos han hecho memorizar de niños no es Historia, muy a su pesar (al pesar de los que dictaron esos libros) no son más que estadísticas que dicen poco o nada.
Leyendo "Historia de la sexualidad" de Foucault, he apreciado con facilidad la diferencia en las formas, en los criterios, en la mentalidad que fuerza al espíritu de una sociedad, de un grupo. Estas formas dispares de vivir la historia y de enseñar historia -la de Oriente y Occidente, aunque ambas buscaran producir la verdad del sexo- resulta clarificadora.

En Oriente “la verdad es extraída del placer mismo, tomado como práctica y recogido como experiencia; el placer no es tomado en cuenta en relación con una ley absoluta de lo permitido y lo prohibido ni con un criterio de utilidad, sino que, primero y ante todo en relación consigo mismo, debe ser conocido como placer, por lo tanto según su intensidad, su calidad específica, su duración, sus reverberaciones en el cuerpo y el alma.
Los efectos de ese arte magistral, mucho más generosos de lo que dejaría suponer la sequedad de sus recetas, deben transfigurar al que recibe sus privilegios: dominio absoluto del cuerpo, goce único, olvido del tiempo y de los límites, elixir de larga vida, exilio de la muerte y de sus amenazas”.

En Occidente, “… según los objetivos y las urgencias, se interesa en su dirección natalista o antinatalista. A través de la cercanía política de la población se forma toda una red de informaciones sobre el sexo. Tratan de convertir el comportamiento sexual de las parejas en una conducta económica y política concertada. No se dice menos, se dice de otro modo.
... la aristocracia lo elevó a objeto de poder, en primer término usó a la familia para problematizar la sexualidad de los niños y adolescentes, medicalizar la sexualidad femenina, alertar sobre la posible patología del sexo, la urgente necesidad de vigilarlo y de inventar una tecnología racional de corrección. Pertenecemos, en cambio, a una sociedad que ha ordenado alrededor del lento ascenso de la confidencia, y no en la trasmisión del secreto, el difícil saber del sexo.”

Ahora sé que el espíritu del tiempo de esta sociedad ha agotado su creatividad, todos aquellos individuos para los que su espíritu creativo esté en alza deben abandonarla. Solo los que con el sometimiento a su fuerza física puedan remar deberán cohesionarse para al grito de ¡ya!, parar la bajada, mantenerla y esperar hasta que pueda de nuevo avanzar. Los Sísifo son los que ahora tienen un lugar, las mentes que repiten hasta la saciedad, sin ambiciones, que puedan tragarse sus deseos y soportar la fatalidad, las que no levantan la vista del suelo y que su conformidad les sirve como a señores.

Habrá un par de generaciones perdidas que morderán el polvo, pero guardaran el privilegio de haber tenido la oportunidad y el acceso al conocimiento y a la ciencia.
Saquemos valiosas lecciones esta vez, recordemos que los beneficios a corto plazo, la riqueza a costa del empobrecimiento de otros son “pan para hoy hambre para mañana”, hagamos caso de aquello que repetían nuestros antepasados “nadie da duros a cuatro pesetas” y no nos dejemos engatusar por abusadores banqueros, desarraigados empresarios y confundidos economistas.
Pero si las mentes que van a mantener la nación no están abiertas, no están entrenadas con el conocimiento, no están enseñadas con la Historia viva, incurriremos de nuevo en olvidar que no debemos dejar nuestras decisiones en manos de ningún representante, ni a nivel particular ni a nivel social.

Hay que mantener viva la Historia para mantener viva la mente, la Historia no es pasado es presente, el presente que la instaura y que la escribe.
No es pues en la historia lineal que se remonta a un origen único, sino en la Historia viva, que evoluciona, crece, muere, se reconvierte, enmudece y grita, donde hay que buscar respuestas.
Quiero tratar con la Historia, conocer qué es y cómo es la Historia, gozar la Historia. Necesito beber de otras fuentes sociales, grupales, con otras formas y otros criterios.

Y no, no es labor de la Historia devolverme mi soberanía como sujeto… 



jueves, 15 de marzo de 2012

De cualquier manera, no.



Para que tanta prisa si en algún punto se acaba.


Empieza a anochecer. No siempre es fácil llegar a la larga ronda del barrio sin que se produzcan los sabidos reencuentros donde el azar no suele ejercer. En alguno que otro tentada estuve de acercarme y decir, me lo impidió el pensar en la exasperación que me produciría oír las respuestas ya conocidas.

El tipo aquél miraba atentamente desde lejos la escena y yo a él. Apenas giró la cabeza hacía mí e hizo amago de virar el torso para dar la vuelta, pero quedó quieto y no dejé de mirarle intentando adivinar qué ocurría, al apartar la vista para descubrirlo puse todos mis sentidos en alerta y eche a andar hacia allí, pero no en línea recta. Me asaltó la extraña sensación de que todo a mí alrededor permanecía inmóvil y yo no avanzaba, hasta que mi mente volvió a reubicarse con un tenue mareo, como cuando se recupera la estabilidad dentro de una barca, y observé que estaba lo suficientemente cerca para oír y entender cuanto ocurría.

En ese ajeno avanzar se me hizo patente que no era una creadora sino una gustadora de hechos, una apuradora de la delectación que proporciona el conocimiento, mi manera de describirla no afectaría la escena tal y como la había ido percibiendo. Una mujer sentada en medio de la calzada rodeada de algunos pares de piernas que la atendían, al parecer encontrándose enferma y sin poder dar un paso más se había dejado caer allí donde se encontraba. Cambia totalmente la importancia del hecho cuando la mendiga borracha se hace protagonista, los gestos y las palabras se vuelven razonamientos que la abjuran, nadie era capaz de reaccionar y decidir un plan de acción con el que hacerse cargo de la situación. Una persona acostumbrada a la dureza de la intemperie que ni siquiera olía a alcohol según unos y que podría ser un ataque según otros, mantenía en una inquietante incapacidad a los allí congregados.

La satisfacción perruna de que todo esté en su sitio -que no está nada mal, claro, querer que todo siga igual- aunque cada vez que gires la cabeza puedas ver lo inasible tan cerca, ese hábito humano baladí de creer en un mundo distinto no debe preocuparnos, al fin y al cabo solo suele durar 3 minutos. Después estaremos encaminados a ocupar nuestro sitio y que nos inunde la complacencia, todo sin pedir ayuda a nadie, nunca.
Es la propia seguridad la que lleva implícito el miedo a perder, caer, morir, a la necesidad, a la obligación de mantenerla, a la de comparar constantemente sistemas que pudieran ser más útiles. El ser arrastrada cada mañana a enfrentar el mundo y comprobar que no eres beneficiaria sino esclava del patrocinio apenas durará esos 3 minutos.

Expresamos una menoscabada reflexión, inquietud y cuidado al elegir la forma de acomodarnos al mundo, no buscando diferenciarnos de él sino intentando modificar gradualmente las formas de los demás para hacer más desapercibido lo distinto. Y cuando la imposibilidad se alía con la evidencia contra nosotros, mostramos una absoluta y desaprensiva sumisión a todo cuanto imponga la complacencia que nos provoca el someter la existente inseguridad bajo el control de la inexistente seguridad.

Sudamos luchando por tantos absurdos, que cuando nos plantean una cuestión de relevancia lógica la enfrentamos como si se nos hiciera perder el tiempo en entelequias. Estando tan convencidos de que todo progreso ha de basarse en interminables titubeos burocráticos y largos paseos entre manos intermediarias, el hecho de plantear un método o una evidencia sume al que lo intenta en una cruzada de impotencia.

Y en ello andamos, preparamos la horca en nuestro jardín delantero y nos vamos a dormir y soñar en un mundo de dichas posibles, ya que lo que vendrá mañana no será igual por mucho que nos empeñemos a lo que hoy ha sido.