sábado, 28 de agosto de 2010

Medicane a 39º 28’ N 0º 22’ O



Medicane
Ciclón del mediterráneo, 18/10/07 Murcia.
Imagen MODIS-NASA (la flecha señala el “ojo” del sistema)


Estoy en casa sentada en la terraza con una copa de riesling helado, es noche cerrada y el calor cede. Llega agradable la brisa del mar hasta el centro de la ciudad.

Ha sido un día de vacaciones duro, uno de los últimos, solo pensar que mañana estaré en la montaña me reconcilia con la vida. En apenas dos días comenzaré de nuevo con la rutina, se acabaron los fines de semana dobles. Deberé contar con día y medio aprovechados al máximo.

Así que con las estrellas ante mí me dispongo a tomar decisiones.
Cambios, importantes y serios. La vorágine que gira a mi alrededor de ideas, pensamientos, querencias, son como la ruleta, apuesto a un número y a un color, y dejo rodar una decisión que va contra la corriente del ciclón que cada vez con más fuerza me rodea, generado en gran medida por la baja presión del sistema en el que he de asentarme al chocar continuamente con la alta presión de mi continua necesidad de vivir tranquila.

La cuestión se agrava cuando a la vorágine convertida en ciclón empiezo a verle en vórtice. Ya no se ven números, y mucho menos colores, la decisión va derecha al centro con la posible contrariedad de que forme un tornado y deje de ser un cambio (de ruta o de signo, según se mire) para convertirse en una batalla campal (lo mires por donde lo mires).

Segunda copa de riesling antes de ver por dónde libero energía y recupero la decisión sin perder la cabeza, acción que me coloca en el centro de todo.
Mano de “santa” oye. De repente amaina la tormenta y vislumbro color en el giro, los posibles números dibujan líneas blancas a mi alrededor.
Acabo de tener una visión (no doble, mental).
El comienzo y el fin siempre van juntos. Si empiezo algo nuevo automáticamente dejaré de hacer lo que estaba haciendo.

Y justo en el vórtice donde me encuentro ahora, no hay nada.
Estoy ante un potencial único, porque donde no hay nada se encuentra el poder absoluto de hacerlo todo.

Poseo las herramientas, técnica, experiencia y conocimiento.
Y ahora, a dormir.
Salud.


domingo, 22 de agosto de 2010

Obviar lo justo






Lisias, logógrafo del 403 a.C., maestro de retórica y oratoria, todo un virtuoso en adaptar su discurso al carácter de su cliente. Además de dominar el poder de convicción para manipular a su favor cuantas pruebas fueran necesarias utilizando tan solo la palabra, el lenguaje, la dicción y la idea “con pureza, sencillez y claridad”. Demóstenes, Heródoto, Tucídices, ejemplos no faltan.

Usar el lenguaje y la palabra, la dicción y la idea, no es lo que hacemos todos los días. Solo las aplicamos en parte para cubrir nuestras necesidades inmediatas, pero no las usamos en absoluto. Ni siquiera los que se dedican a ella profesionalmente.
Hacer referencia a políticos y abogados actuales sería perder el tiempo. Los pedagogos andan perdidos entre saber qué son y qué les dejan ser, los filósofos están a la caza de reflexiones psicológicas y psiquiátricas que dan divisas, a unos periodistas les da igual lo que la gente quiera leer y otros escriben lo que les compran, los escritores y educadores van a lo suyo, de modo que el lenguaje y la idea andan flotando en el ambiente y a nadie parece importarle por donde deambule.
Y a las mujeres, a las mujeres siguen sin escucharnos, claro que son pocas las veces que te encuentras con alguna capaz de distraer de sus sentimientos una idea sobre el mundo, y que además quiera llegar más allá en una cuestión que no sea para nada práctica.

No me daba cuenta de la cantidad de cosas que aún estando ocultas a nuestro interés, siguen existiendo. Me sorprendo escuchando a dos indigentes que sentados en el banco de la esquina, en una parte boscosa de este río de diseño dentro de la ciudad –no por ello menos hermoso- y expresándose con la legua pastosa y lenta debido posiblemente a que su núcleo accumbens* debe ocuparles ya casi por completo el cerebro, lo que nos llevaría a suponer que el resto de actividades propias han quedado minimizadas, como decía me sorprenden grandemente porque hablaban de la nobleza con una perspectiva muy interesante y que me hizo prestarles la atención que hasta ese momento tenía puesta en mi libro.

Nobleza de la gente que vive asociada a las deudas del alma, al placer de la crueldad, que cuando no encuentra con quién desahogar esa necesidad de “justicia” van contra sí mismos, hurgando en su interior, pretendiendo perfeccionar lo que hace millones de años se incrustó en nuestros memes como algo innato a nuestra naturaleza, esa necesidad de compensar a nuestro sufrimiento haciendo sufrir a los demás.
Nosotros al menos, decían, no nos estamos analizando por lo malos que somos, disfrutamos cuando podemos y cuando no, sufrimos, pero estos, estos sufren hasta para ir al baño, hasta cuando hacen daño se sienten mal, y se pasan la vida ansiando otro momento de placer para luego detestarse por la forma en que lo consiguen, o por lo poco que dura, o por vete tú a saber que se les ocurre.

Seguí el hilo de mi pensamiento. ¿Quién abandona sus deseos, avanzando libre de anhelos, desinteresado, sin egoísmos, marchando hacia el Nirvana?
No queremos sufrir, sin saber que la falta de sufrimiento ancestral con el que nos bautizó la conciencia, lleva implícito dejar de observar el mundo como los ungidos por la razón. Y este no sufrimiento que ansiamos no está en el camino de la dependencia de los demás, del consumo exacerbado, ni de las propiedades particulares.

De igual manera hay gente que admiras, de lejos, por lo que hace en público, y no eres capaz de entender que el resto de sus quehaceres son rutinarios y comunes a los tuyos. Y el de aquellos que viven a tu lado de los que ni se te ocurre pensar que pudieran crear o descubrir cosas que un día acabaran asombrando al mundo. La tendencia es a declararlas incompatibles, y solo consistiría en adoptar un buen punto de vista para que la confusión se tornara en claridad.

Reinterpretar las ideas, los mendigos tienen tiempo para pensar y si lo hacen con sus núcleos placenteros a todo gas, no van del todo descaminados, perdamos pues tiempo –que no neuronas- en recuperar el resuello y aún estando fatigados esforcémonos en dejar en manos de la obviedad solo lo justo para que no pasen desapercibidos los comportamientos destructivos. Quizá entonces podamos conseguir otra utopía, hacer al amor y la libertad aliados.



*Grupo de neuronas del encéfalo. Se piensa que este núcleo tiene un papel importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo.