domingo, 28 de diciembre de 2008

Somos (VI)



Escuela de Atenas de Rafael


Nos confundimos y da absolutamente lo mismo, somos algo más que un pedazo de materia, una equivocación en la sistemática copia de genes. Vamos evolucionando con libre albedrío sin apenas tener en cuenta las reglas terrestres de evolución. Lo justo para no perder pie y salirnos de la atmosfera. Entramos, salimos, la destruimos, la reconstruimos, la utilizamos, la reutilizamos, la copiamos, la regeneramos, y en todo incluyéndonos a nosotros mismos.
Además de tener la capacidad de quedarnos absortos analizándonos, podemos dar la vida, desde el confín de los mares hasta el universo, por conseguir aquello que creemos posible.
Evolucionamos creando genes y memes para litigar y reaccionar.
Dentro de muy poco nuestro código genético decidirá. A ti que te ha tocado pensar, pues a mi paracaidista.

¿Conseguiremos alguna vez el ideal de Demócrito de pasar la vida lo más feliz y lo menos taciturna posible, sin medirse con los demás? Echando un vistazo a cómo va nuestro siglo, aún nos quedan unos cuantos más.

La ley se contrapone a la naturaleza, se contradicen, es el límite a la expansión individual, tradición, costumbre, hábitos que reconocemos tan naturales y por los que no se nos ocurriría protestar, pero que realmente están limitando nuestra autonomía y libertad individual, el obedecer nuestro capricho sin dar explicaciones a nadie, es la filosofía de Antifón. Propone como objetivos la vida, el placer y la utilidad, todo dedicado a hacernos felices.
Falsos placeres, los de posesión, pertenencias, reconocimiento. Desaparecen con tanta facilidad y se convierten en displaceres. La cuestión es conseguir que no nos alinee el hecho de tener o no tener.

Evidentemente solo es posible respetando a los otros.

Saltábamos de un tema a otro en la conversación, terminando mis comentarios con una observación tan lúcida y tan hábil que daba vértigo. Pone nombres dónde yo no puedo, redondea la idea y la hace posible. Resuelve cuestiones de varias formas distintas, todas interesantes y posibles. Expone hechos y propone las preguntas.
No tengo ni idea sobre qué hablaremos el próximo día. Solo la certeza de disfrutar como una bendita.




Discover Erroll Garner!


domingo, 21 de diciembre de 2008

La distinción de ser uno mismo (V)

Vencido, sometido, ultrajado, vejado, utilizado… no hay excusas para no mostrar lo mejor


El bullicio en la cafetería me sorprendió. Quedé un momento de pie junto a la puerta, estaban los de siempre pero como apretujados en sus sitios.

El gesto de levantarse apenas ofreciéndome la silla, su mirada sorprendida y la sonrisa divertida, no me hicieron perder la compostura ni la decisión de no dejarme amedrentar por la posibilidad de no conseguir mi propósito.
Propósito que no iba más allá, por esa tarde, de comprobar si todas mis cavilaciones de las semanas anteriores podrían tener respuesta en este hombre.

Tras las disculpas y el restar importancia a ocupar su espacio, la conversación fue fluyendo amistosamente. Daba la impresión qué nos conocíamos, sus ganas de hablar y las mías de saber encajaban a la perfección.

Ni se me ocurrió pensar en transcribir la conversación. Bien pensado no resultaría adecuado sin su consentimiento. Y desde luego no le voy a contar que es el tema de mis reflexiones en un blog, o de esta “especie de proyecto personal”, o de lo que quiera que sea que estoy haciendo aquí.
Y como esto ni es una novela, ni un relato, ni va dirigido a nadie en concreto, no voy a seguir las pautas básicas para una redacción coherente y con sentido, puesto que ni siquiera me he planteado historia alguna, ni un posible final. Así, tal como sale, me está resultando tremendamente divertido.




domingo, 14 de diciembre de 2008

Uno más (IV)




Nuevo empeño mío. Necesidad de comprender.
Evadido en su lectura, indiferente, como cada tarde en su mesa del café.
Uno más. Ha debido pasar su vida ocupado en su quehacer diario, sus necesidades pequeñas, las rutinas en el tiempo, sólo activada su mente con aquello que le atosiga, la fuerza de sus hormonas, las desgracias, quizá la búsqueda de algo más en la vida.
Uno más de la prole inmensa obsesionada con comer, dormir, ganar dinero, tener casa propia, las enfermedades, llevar a sus hijos a la universidad y hacerse envidiar por el vecino. Todo lo que nos han inculcado desde la cuna que debe hacer un hombre o una mujer de bien. Producir y gastar.

Y acaso, no es eso lo que consigue en el humano el aderezo propicio para que la desgana, la maldad, la desdicha, la destrucción, hagan su papel más espontáneo. Lo es, muestras hay diariamente para el que las quiera ver, no hace falta irse a los polos de esta sociedad humana, ni New York ni Tel Aviv. Justo en medio de la endiosada clase media, la alta y la baja.
Y demostrado ha sido a través de los siglos que del abismo, tocado el fondo, renace con el ansía sublime por la belleza, la gentileza, la vida y el ingenio, superando cuanto obstáculo se le cruza para convertirle en sabio.

Desde el primer grito hasta que expiras es un asombro. Un asombro continúo.
Aquel que aprende a reaccionar tras el asombro disfrutando qué se le ofrece, aquella preparada para saborear el momento, esos son. De los que quiero aprender.

Y se les reconoce en los gestos, en la mirada, en el pausado movimiento. Respiran y disfrutan. Sufren y aprenden. Oyen y escuchan. Miran, y ven.