domingo, 21 de diciembre de 2008

La distinción de ser uno mismo (V)

Vencido, sometido, ultrajado, vejado, utilizado… no hay excusas para no mostrar lo mejor


El bullicio en la cafetería me sorprendió. Quedé un momento de pie junto a la puerta, estaban los de siempre pero como apretujados en sus sitios.

El gesto de levantarse apenas ofreciéndome la silla, su mirada sorprendida y la sonrisa divertida, no me hicieron perder la compostura ni la decisión de no dejarme amedrentar por la posibilidad de no conseguir mi propósito.
Propósito que no iba más allá, por esa tarde, de comprobar si todas mis cavilaciones de las semanas anteriores podrían tener respuesta en este hombre.

Tras las disculpas y el restar importancia a ocupar su espacio, la conversación fue fluyendo amistosamente. Daba la impresión qué nos conocíamos, sus ganas de hablar y las mías de saber encajaban a la perfección.

Ni se me ocurrió pensar en transcribir la conversación. Bien pensado no resultaría adecuado sin su consentimiento. Y desde luego no le voy a contar que es el tema de mis reflexiones en un blog, o de esta “especie de proyecto personal”, o de lo que quiera que sea que estoy haciendo aquí.
Y como esto ni es una novela, ni un relato, ni va dirigido a nadie en concreto, no voy a seguir las pautas básicas para una redacción coherente y con sentido, puesto que ni siquiera me he planteado historia alguna, ni un posible final. Así, tal como sale, me está resultando tremendamente divertido.




2 comentarios:

ybris dijo...

Es que, en realidad, lo divertido es la espontaneidad de escribir tal como sale.
Aquí podemos hacerlo. Eso lo bueno de estos espacios.
Y encima queda precioso.

Besos.

gaia07 dijo...

Y a ver quién te contradice, le borras y listo.
Tu comentario ha puesto la calidad que faltaba.
Gracias Ybris.
Besos.