Estany Negre - Parc Nacional d'Aigüestortes
Nicolás sonríe, desde que he llegado no para de hablar. Al menos antes me daba la alternativa y me escuchaba un rato.
Mientras narra sus andanzas de estas semanas yo estoy deseando contarle las mías pero me temo que tendré que hacerme el ánimo de que no será esta tarde.
Me ha traído una caja de madera forrada de nácar blanco y rosa, las piezas de la tapa forman rombos y los laterales tiras de apenas un centímetro. Es una preciosidad, “me recordó a ti en cuanto la vi y no dude en cogerla”, ahora soy yo la que sonríe de oreja a oreja.
Sigue sin apenas respirar, contándome entusiasmado la visita que hizo con unos amigos a una casona en la sierra dónde pasó parte de su niñez.
Había empezado a escribirla siguiendo su manera familiar y radiante de contar, después de llevar dos páginas y media y solo haber plasmado las primeras horas de su estancia, he decidido no publicarla de momento. Resultó a fin de cuentas más divertido lo que ocurrió después, ya a punto de despedirnos.
Se me ocurrió decir “esto que cuentas puede llenarme el blog durante semanas” ¿Qué blog? ¿Qué es eso?
Su compañera es correctora y utiliza internet, conoce el tema. Lo que le ha resultado nuevo es saber que yo me explayo en uno y sobre todo, que es en parte protagonista.
Su rostro atento y su mirada en la mía cuando se lo contaba me tenían en ascuas. Siempre me ha gustado que me miren a los ojos cuando hablo, pero en esta ocasión no me dejaba preveer si le gustaba o no lo que oía.
Hubo un momento de silencio, al terminar de hacerle la exposición de cómo era, una aproximación del por qué lo había creado -ya que ni yo misma me lo he planteado aún- y la idea de hacerle personaje, en parte, de mis elucubraciones.
“Quiero leerlo” -lo que me faltaba-
“¿Conmigo o sin mí?”
“Contigo, contigo al lado” –sonreía, menos mal-
“No pienso borrar nada de lo que he escrito, te advierto, te guste o no” -¡ahí, valiente yo!
“Ya veremos” –yo le miraba inquisitiva, apenas entrecerrando los ojos-
Y soltó la carcajada, con alivio le sonreí apenas, no muy convencida, ese último “ya veremos” me dejó un tanto sublevada. A ver por qué narices me daba la impresión de estar ante un examen, seré tonta, a estas alturas.
Lo que me lleva a reconocer que Nicolás me influye mucho más de lo que hubiera estado dispuesta a admitir unos minutos antes.
Se lo digo y su contestación me sorprende “Pues claro, exactamente igual que tú a mí”
Ha sido el día de conocer una yo que no me preocupaba por sabida y controlada. Creo que tendré una madurez mucho más divertida de lo que pensaba, me queda mucho más por experimentar y cambiar.
Veremos que ocurre cuando lo lea, aunque repasado todo lo publicado tiene para rato, o tenemos, si tengo que estar a su lado. El sitio que hemos elegido es cómodo y tranquilo, si no hay representación esa tarde.
Y ahora mientras lo escribo, ya tengo ganas de verle leer esto, saber si me influye al escribirlos que está al tanto de lo que aquí digo, e incluso podría pedirle que participara, o puede que me mande al carajo.
Tengo unos días para pensar, agudizar mi ingenio, sopesar probabilidades, y prepararme para replicarle, convencerle y escucharle.
Parece que tengo 15 años y voy a tener mi primera revelación existencial. Repentinas emociones de nuevo.
Mientras narra sus andanzas de estas semanas yo estoy deseando contarle las mías pero me temo que tendré que hacerme el ánimo de que no será esta tarde.
Me ha traído una caja de madera forrada de nácar blanco y rosa, las piezas de la tapa forman rombos y los laterales tiras de apenas un centímetro. Es una preciosidad, “me recordó a ti en cuanto la vi y no dude en cogerla”, ahora soy yo la que sonríe de oreja a oreja.
Sigue sin apenas respirar, contándome entusiasmado la visita que hizo con unos amigos a una casona en la sierra dónde pasó parte de su niñez.
Había empezado a escribirla siguiendo su manera familiar y radiante de contar, después de llevar dos páginas y media y solo haber plasmado las primeras horas de su estancia, he decidido no publicarla de momento. Resultó a fin de cuentas más divertido lo que ocurrió después, ya a punto de despedirnos.
Se me ocurrió decir “esto que cuentas puede llenarme el blog durante semanas” ¿Qué blog? ¿Qué es eso?
Su compañera es correctora y utiliza internet, conoce el tema. Lo que le ha resultado nuevo es saber que yo me explayo en uno y sobre todo, que es en parte protagonista.
Su rostro atento y su mirada en la mía cuando se lo contaba me tenían en ascuas. Siempre me ha gustado que me miren a los ojos cuando hablo, pero en esta ocasión no me dejaba preveer si le gustaba o no lo que oía.
Hubo un momento de silencio, al terminar de hacerle la exposición de cómo era, una aproximación del por qué lo había creado -ya que ni yo misma me lo he planteado aún- y la idea de hacerle personaje, en parte, de mis elucubraciones.
“Quiero leerlo” -lo que me faltaba-
“¿Conmigo o sin mí?”
“Contigo, contigo al lado” –sonreía, menos mal-
“No pienso borrar nada de lo que he escrito, te advierto, te guste o no” -¡ahí, valiente yo!
“Ya veremos” –yo le miraba inquisitiva, apenas entrecerrando los ojos-
Y soltó la carcajada, con alivio le sonreí apenas, no muy convencida, ese último “ya veremos” me dejó un tanto sublevada. A ver por qué narices me daba la impresión de estar ante un examen, seré tonta, a estas alturas.
Lo que me lleva a reconocer que Nicolás me influye mucho más de lo que hubiera estado dispuesta a admitir unos minutos antes.
Se lo digo y su contestación me sorprende “Pues claro, exactamente igual que tú a mí”
Ha sido el día de conocer una yo que no me preocupaba por sabida y controlada. Creo que tendré una madurez mucho más divertida de lo que pensaba, me queda mucho más por experimentar y cambiar.
Veremos que ocurre cuando lo lea, aunque repasado todo lo publicado tiene para rato, o tenemos, si tengo que estar a su lado. El sitio que hemos elegido es cómodo y tranquilo, si no hay representación esa tarde.
Y ahora mientras lo escribo, ya tengo ganas de verle leer esto, saber si me influye al escribirlos que está al tanto de lo que aquí digo, e incluso podría pedirle que participara, o puede que me mande al carajo.
Tengo unos días para pensar, agudizar mi ingenio, sopesar probabilidades, y prepararme para replicarle, convencerle y escucharle.
Parece que tengo 15 años y voy a tener mi primera revelación existencial. Repentinas emociones de nuevo.
2 comentarios:
Resulta curioso pasar del anonimato a ser señalados con nuestro nombre cuando escribimos en secreto sobre alguien que nos inspira.
No cabe duda de que es emocionante.
Y más si tienes que estar al lado del inspirador explicando.
Suerte y aprovecha esa emoción.
(Yo me he emocionando recordando la subida solitaria que hice desde Espot al Estany Negre y el rato que pasé a sus orillas. Y encima escuchando a Bach).
Gracias. Besos.
Las suyas serán emociones encontradas. El anonimato de momento solo dejará de serlo para él.
Mi subida también fue en solitario, largo y duro trecho, salvo que me faltaba Bach. Sin embargo la brisa y el urogallo fantasma hicieron de coro.
Fue mágico hacer esa foto, allí parecían dos seres bailando al son del viento y el agua.
Tan mágico como Nicolás o que me comentes tú.
Un beso.
Publicar un comentario