Puesta de sol en una playa de Gaza
Hace unos meses conocimos a un chico que acababa de llegar de Gaza donde había estado trabajando como cámara. Comíamos un kebab, que acabó comiéndoselo frío porque se pasó más de veinticinco minutos hablando por teléfono en la calle y fumando como un descosido. Cabreado tras una discusión en la que solo querían emitir parte de su reportaje “o todo, o no lo suelto” fue su última palabra.
Tras nuestra sugerencia a que dejara de fumar, su mirada sarcástica y su negativa rotunda, la conversación giró en torno a los deportes de alto riesgo. El amigo nos relata su experiencia de un salto en paracaídas en la que hubo sensaciones de miedo, alucinación y subida de adrenalina, a la que el reportero ha decido apuntarse e ir los dos juntos a saltar. Para darle más énfasis a lo fantástico del asunto, contaba como uno que iba en el grupo que preparaba los saltos, y que añadía “iban de petas hasta el culo”, cuando tocó saltar se levantó en un ataque de euforia y risas y se tiró sin paracaídas. El amigo no contento con la cara de circunstancias que se nos quedó a todos, va y compara ese subidón con el que experimenta en su fantástica moto a 300 km/h, la respuesta del reportero no se hace esperar, esa forma de actuar frente al peligro es totalmente gratuita y sin sentido. Al menos si te tiras sin paracaídas solo pones en peligro tu vida.
Es evidente que este hombre joven que acababa de llegar de un mundo de muerte, donde los niños agonizan en la calle, y humanos destrozados se ven a diario, tiene un trabajo personal por delante bastante duro.
Por un lado la guerra instalada allí por cuestiones de poder, dinero y chulería del más fuerte contra cualquiera que se ponga a su alcance, tanto da puesto que el fin justifica los medios, además de consentida por el resto del mundo, nosotros.
Y por otro lado, su vida aquí, en la paz, en la bonanza del consumo indiscriminado, del tiro lo que me sobra porque me toca ir por más. Nuestro sincero consejo de dejar de fumar y la vida sana están de moda aquí, no porque sea bueno para el medioambiente y el consumo se equilibre en todo el mundo, sino porque estaremos más sanos, con un cuerpo cien y seremos la envidia de quienes no lo puedan conseguir, en suma la vida que conoce y quiere. Cómo compaginar, lo que aquello le hace sentir y su natural querencia de vivir en la abundancia.
Darse un paseo por nuestras calles, confraternizar con el populacho, y no volver por allí ¡ojala fuera tan fácil!
Tras la despedida, ni siquiera había pasado por el hotel del hambre que traía, la disertación nos tuvo hasta las tantas. Somos tan humanas como los que ven esas atrocidades y absolutamente sensibles a las desdichas del mundo, entregadas a respetar los derechos humanos en nuestra esfera personal, nos permitimos el lujo además de imponer treguas al combate de los hombres. Un momento fuera de los momentos atroces, demostramos que se puede hablar, gestionar, aunar intereses, conseguirlo estriba en la capacidad de entendernos. Pero…
Nuestra equivocación de estos siglos atrás estriba en producir y gastar sin miramientos, sin tener en cuenta la calidad sino la cantidad de lo que se produce. Ahora nos encontramos que la materia prima para sobrevivir en nuestra abundancia se nos termina aquí y hemos de ir allí a cogerla, y dado el poco aprovechamiento al que estamos acostumbrados no solo malgastamos lo nuestro sino también lo de los demás. Y si hace falta usamos nuestra fuerza y su mano de obra barata.
Y así hemos llegado a donde estamos, ni el derecho es justo ni la justicia equitativa.
Guerras como soluciones únicas, motivaciones triviales “dinero y poder”, desprecio de los anónimos, palabras grandilocuentes, y sobre todo y quizás lo peor, la falta de calidad en lo que producimos y la falta de ética en lo que decimos.
Ellos, los que se encuentran inmersos en necesidades básicas mientras les bombardean (con bombas y con mensajes) no tienen tiempo para pensar en la incapacidad de quienes les dirigen, en la mentira de quienes les ayudan, ni en las razones de sus creencias.
Importante detalle a tener en cuenta el de la calidad: compramos un producto de duración limitada, gastamos en gestionar los arreglos, al final lo tiramos a la basura y compramos otro. Todo esto sin tener en cuenta si es fácil su reciclamiento o va a aumentar los desperdicios que contaminan nuestro medio. Nos acoplamos a lo que nos dan, sin exigir que lo que nos dan, nos acople. A los oligopolios y a las instituciones no les interesa perder tiempo y dinero en productos que duren, mientras seamos nosotros los que lo perdamos en vanas gestiones de recuperar lo gastado, y por cansancio gastemos más.
Y no será por falta de ideas. Ha nacido el “Cradle to Cradle” (De la cuna a la cuna) del arquitecto estadounidense William McDonough y el químico alemán Michael Braungart, consiste en mantener nuestro ritmo de consumo derrochador sin destrozar el medioambiente, a imitación del ciclo natural “residuo=alimento”. Un ejemplo: la silla Think de Steelcase, un 37% de la silla de material reciclado, y el 98% es reciclable en peso, totalmente desmontable con herramientas caseras, facilitando su reparación e incrementando su duración.
¿Próxima revolución industrial? ¿Tendrán negocio los empresarios oligopolistas? ¿Se impondrá en las instituciones el beneficio global a largo plazo? ¿Seremos capaces de cambiar nuestros hábitos?
5 comentarios:
Si, creo que si, somos animales que subsistimos por imitación.
El cuándo... eso ya no me es posible ni imaginarlo. Y si la raza humana estará viva para de aquella... :-)
Muchos besos, Gaia.
Si lo veremos nosotras no lo sé Mirada, pero que conseguirlo lo conseguimos desde luego.
Solemos ser bastante necios, pero a porfiados no nos gana ninguna otra criatura de la naturaleza.
Un beso guapa.
Terrible la experiencia del ese joven que ve la vida tras la adrenalina del horror.
Supongo que gente así es imprescindible para generar una una especie respetuosa con todos y con el medio ambiente.
Besos.
Son necesarios Ybris, si, no solo aquellos implicados en echar una mano que lo viven y sufren cotidianamente, y acaban acostumbrándose a que no sea de otra manera. Estos que van y vienen sin dejar de preguntarse como resulta tan fácil para algunos transgredir los límites del respeto.
Y nosotros también lo somos, al menos para poner ese pequeño grano en la gestación de un cambio.
Un beso.
Carlos hace cinco meses me hizo este comentario y lo leo hoy. Permítame disculparme por e-mail.
Siempre me ha llamado la atención todo aquello que dé alternativas al pensamiento de la tan traída y llevada sociedad del primer mundo, y sobre todo las ideas, pensamientos y vidas de aquellos vencidos y eliminados de la historia, por los que se proclamaron vencedores, señores y emperadores del mundo.
Un saludo.
Publicar un comentario