sábado, 15 de octubre de 2011

Tercer tiempo y el Poder


The last passanger
Oscar Carrasco Ragel*


”Allí donde dos seres se miran, antes incluso de hablarse,
allí el poder trabaja la relación, la socava, la determina.
La lucha de las conciencias de sí en oposición, que se da en Heggel,
el combate para determinar lo que corresponde a la dominación y
lo que pertenece al campo de la servidumbre,
todo esto es materia de una verdad al mismo tiempo ética y política”
Política del rebelde, Michel Onfray



Ha caído la mole. El polvo ha vuelto opaco el aire haciendo necesario alejarse un tiempo para poder ver y respirar. No quise irme demasiado lejos por no perder de vista las ruinas y contemplar el espacio borrado y deforme de la que fue mi vida, aquella donde había estado asumiendo como algo habitual los baluartes que soportan la autogeneración del poder.  

Una vez descubierto sin afectaciones absurdas el funcionamiento del arribismo de ese poder, su verdadera naturaleza y su metamorfoseada forma de abducirnos y controlarnos, tras buscar husmeando allí donde la autoridad prohibía, dilucidando mis propias impresiones sobre las pistas de otros que apenas revelaban nada en sus mensajes cifrados, apostada las 24 horas de guardia sin perder los nervios mientras dejaba pasar cuanto deseaba y cargaba con lo intolerable, acabé reconociendo que las luchas durante tantos siglos repetidas contra él no han tenido nunca ningún sentido.

Guerra-postguerra-dominación (de unos o de otros) representan siglos en una rueda endemoniada y sin fin. No se puede luchar contra él porque el poder no es nada en concreto, no le representa un estamento, edificio o grupo en particular ni se sirve de un lugar fijo para esgrimir la autoridad pues le valen todos, sino que se ejecuta en cada individuo, en cada uno de nosotros, da igual el ideal por el que luches una vez conseguido el poder te absorbe, te infecta, te convierte, te domina y te vuelve tan destructor como lo fue aquél contra quién luchaste para arrebatárselo.

Esos baluartes, esos bastiones donde apoyamos nuestro hacer, nuestra Moral, con la que argumentamos lo Justo, el Estado, el Orden, la Seguridad, son los que nos llevan de una sociedad disciplinaria a una sociedad obediente y culpable, y de ésta a una sociedad de control que acaba extenuando la paciencia de los ilotas hasta que nos rebelamos y vuelve a empezar la rueda.
No hacemos más que fijar el poder en vez de hacerle vacilar y desequilibrarle, en vez de airearlo lo volvemos putrefacto.

“El poder se impone únicamente por el consentimiento de quienes lo padecen” La Boétie.
Somos tan sádicos que disfrutamos con el sometimiento y cuando se nos enciende una luz, algunos la convertimos en el resentimiento con el que alimentar las fuerzas populistas y neofascistas.

Mi primera reacción fue excluirme y no considerarme culpable de nada en absoluto, obraba como me habían enseñado, haciendo aquello que me permitía sobrevivir, soportaba, obedecía, utilizaba y usaba la autoridad a mi conveniencia porque estaba a mi servicio, para mi protección del resto de la sociedad, de los otros, de los míos incluso… y entonces lo vi, allí estaba el Poder sonriéndome, dándome palmaditas en la espalda, mostrándome cómo podía tener acceso a todo cuanto me apeteciera, a cambio solo tenía que encorvar el lomo y producir en espera de mi turno para poder disfrutar de todas las promesas. Una religión fantástica.

Revolución absoluta en mi, destrucción de bastiones, conexiones, sometimientos, necesidades sin fundamento. Ahora el poder y la autoridad sacan sus armas desde miradas ajenas que pretenden reconectarme de nuevo al sistema, aún soy útil.
Y ahora vuelve a ser traslúcido el aire, mi mirada al frente contempla matices antes impensables entre las vapores de la preocupación, el estrés, la ansiedad o la borrachera de turno.


Caminar entre escombros no es nada fácil, pero estas noches tienen luna llena, hermosa, vital y deslumbrante. No dejo de repetir mi mantra “la eternidad es este instante”





domingo, 25 de septiembre de 2011

Inexorable ternura


Calle en París de Brassaï
(Gyula Halász, 1899 - 1984)


 Las sombras que se mueven fuera crean sobre las calles desiertas un trabado bosquejo de luces y sombras vacilantes que tras la ventana instaura un entorno propicio a la reflexión solitaria. ¿Puede existir la pasión sin la locura? ¿Y la locura sin la pasión?
Puede que exista la pasión sin la locura pero no la locura sin pasión.

Esa desazón que nace del sentimiento tenue, enormemente difícil de expresar con palabras, de que lo que haces se te deshace entre las manos como ceniza, despierta a la duda, porque si no haces por hacer ni miras por mirar acabas viendo otra cosa diferente a la que todo el mundo ve, o cree ver.

Me presiento absorta de pie en el camino, envuelta en la desolación comprendiendo que nadie experimenta el deseo de anular a la torturante duda, intuyo el punto de locura que les exhorta a todos a seguir ignorándola, y convengo en que he de echar mano de toda mi pasión para descubrir los pliegues en que se esconden las rutas, aquellas donde podré elegir la confianza de la inexorable ternura, capaz ella sola de mantener apasionada mi locura.
La pasión me eleva y me deja ver algo nuevo donde miraba antes, en ese rol de pasajera anclada en las libertades formales que no concebí mientras me dejaba llevar, y entonces y solo entonces, oso ser conductora en un mundo concreto de libertades reales aún siguiendo en el asiento asignado.

Es el mal de este siglo no saber descubrir que quién crea monstruos, vive creyendose inmortal, decide de qué vivir y por qué daría la vida, se encadena y tiene la llave para liberarse, eres Tú.

Caen sobre nosotros las miradas, curiosas e indiferentes, hablan las expresiones en el rostro y en el cuerpo, y eso es todo.
Levantaba la cabeza un momento de la lectura y vi que me escogía, me habló y tras mi respuesta oí el leve suspiro en el que reconocí que ya no le interesaba mi reflexión. 


Recuerdo haber leído que no hay cosa más vulgar que poseer un espacio medido cuando la tierra entera es nuestra, o algo parecido. Hemos tomado como objeto la vida y la hemos modificado, horarios, cosas, vacíos, esfuerzos, divertimentos, hemos hecho que la vida se haga invulnerable ante alegrías, cansancios, enfermedades, gozos, alejando para siempre la locura de la pasión.
De manera que la locura enferma y la pasión dura apenas un momento, y te convierte en presa fácil de la decadencia que no solo vive en lo obsoleto, pues habita y se siente como pez en el agua en ese lamentable engaño en el que nos muestran como triunfadores.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Segundo tiempo


Hyde Park de Londres


Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez. Se está bien entre asesinos.
Emile Michel Cioran



Todo empieza a estar más claro en esta etapa desde mi rincón en soledad y silencio. En un ambiente de eremita puedo permitirme el lujo de comprender lo que ha estado pasando, aunque no lo entendiera cuando sucedía.
Al proponerte recopilarlo paso a paso solo recuerdas momentos que aparecen de repente, los revives tan claros como cuando sucedieron pero al intentar relatarlos se convierten en instantes difíciles de relacionar. La memoria selecciona, da por buena una versión rechazando las partes inquietantes y nunca te deja segura de que aquello que rememoras sucedió de ese modo.

Es un ejercicio que compensa grandemente, te descubre que tienes rutinas incrustadas en el cerebro con demasiadas cosas y costumbres que carecen de sentido. Pierdes miedos y deshechas las alertas y empiezas a llegar a conclusiones sombrías, tan nefastas como la de haber asumido que no se pueden tomar otros caminos que no sean los establecidos, necesitas ser consciente de este hecho, porque entonces podrás moverte en el único lugar donde existen las salidas.

Las manifestaciones que continuamente se repiten en todos las esferas públicas y privadas de una vida, en las que acabas creyendo a ciegas, te llevan a aceptar las nociones adiestradoras para competitivos miembros socializados. Te enseñan que si quieres pronunciarte debes establecer una guerra, que si deseas modificar tu trayectoria no podrás usar sus raíles, que si pretendes vivir de otra manera tendrás que salir fuera de los límites seguros.

Hace algún tiempo leí una frase en una revista de restauración que me dejo estupefacta y sonriente: “…tan solo el marisco discrimina y divide y le dice a cada comensal con algo de crueldad y sin pelos en la lengua, cuál es su segmento social, a qué clase pertenece”*.
Supuse que si dejaba mi escalafón solo podría comer marisco si antes iba a pescarlo, pero una vez has entendido qué es lo que te mueve y qué es lo que necesitas con todo rigor, comprendes que ni has de entablar una guerra, ni salirte del raíl ni huronear fuera de los límites para asumir tu propia vida.

Toda esta rebeldía pacífica que invade mi vida, esa desvinculación que pretendo con la sociedad socialista de miserias y el capitalismo enloquecido y voraz auspiciados por la democracia, me provee como base el encuentro conmigo misma y ambiciono “lo que es justo de acuerdo con el orden del alma, no con el código civil”.
No debo y no soy prudente, ni en nada tibia ¿de que otra forma el placer sería mi fin? Y si para colmo su búsqueda también es un placer me alía con mi tiempo.

Hasta tal punto está pervertida la cultura que, en lugar de contestar a mis preguntas sobre el camino que busco, me da una multitud de respuestas opuestas a esta autenticidad de la lógica que empiezo a conseguir. Produce ese aturdimiento de la primera vez que entras en una pista de hielo, no sabes cómo colocar el cuerpo y afirmar el pie para no resbalar, pero te deja imaginar el gozo una vez aprendas a deslizarte.

Todo está saliendo como tenía planeado, incluso algo mejor. Este mes también será duro, se hace necesario esperar algunas respuestas. Dispongo de tiempo y de tranquilidad.



*Artículo de José Manuel Vilabella



lunes, 15 de agosto de 2011

Primer tiempo


¿Quién dijo imposible?
Futuro de Airbus (click y date un paseo)


Hay quién pudiera pensar que esta sensación de tomar las riendas de tu propia existencia es hacer de hybris, creyéndote la cima del mundo y desafiando con orgullo las recomendaciones de quedarte dónde estás y conformarte con tu destino.
Imagino que los dioses griegos no tendrán mucho trabajo conmigo una vez hayan considerado mi caso, puesto que a pesar de mi osadía y orgullo no pretendo conseguir más parte del mundo de la que me ha sido asignada sino todo lo contrario, mi pretensión es responsabilizarme de la parte más pequeña posible.
Su castigo no tendría razón de ser, la némesis con la que deberían devolverme a los límites que voy a cruzar tendría que ser un premio, ya que mi propósito es el de no estar en ningún escalón de la jerarquía social además del deseo de no ser inmortal.

Estas semanas eran de descanso físico y de quehacer mental, consistente en prever que la caída de la primera desconexión fuera lo menos dura posible. Durante la primera semana de descanso debía cerciorarme de estar lo suficientemente segura de la decisión tomada, planear cómo hacerlo, con qué podría contar, qué contrariedades podrían presentarse, siendo inflexible con la dirección escogida, todo con dinamismo y eficiencia.
Las siguientes semanas esperaba una recuperación física importante, base para conseguir la mente ágil y presta a no dejarse llevar por impulsos repentinos, también debía poner en marcha una estrategia de acción con que soportar la tesitura de seguir conectada de momento a otras partes del sistema, actitud que requiere el control de las emociones para que la tentación de volver a la seguridad no me desvíe de mi meta.

Considerando que la lucha es dura y muy desigual, voy a tener que echar mano de vicios que esta sociedad regula con leyes y castigos, o cuanto menos con ese desprecio popular de “lo mal visto”. Codicia, ambición, astucia, en suma energía primaria para sustituir la ayuda de mi entorno de la que yo misma me privo, poco importa, si mi eslabón se rompe quedan muchos dispuestos a sustituirme, apenas será un microsegundo lo que les durará el estrés de mi desenganche.

Todos sabemos dónde están los límites, aunque a veces los perdamos y no estemos seguros de saber distinguirlos. La indisciplina, la respuesta contestataria a las reglas preestablecidas, la rebeldía y el anarquismo, los espíritus indomables que consiguen cambios, la búsqueda en lo inverosímil de las respuestas que faltan, llevan también a buen puerto las odiseas aunque se esfuercen en repetirnos que con ellas solo conseguimos soledad y tristeza. 
Sus límites, la armonía, el equilibrio, la autodisciplina, la diplomacia, la razón, …

Nada de pasión ni reflexiones apresuradas, tengo la absoluta convicción de hallarme en un camino que ha llegado a su final, las mareas me han traído hasta aquí que no es donde deseo quedarme, y el más absoluto convencimiento en que lo que parece alcanzable es posible, trabajando materialmente para poder concretar en la práctica el mundo que imagino. Las respuestas están dentro de mi.

Pero… primer imprevisto…

Durante estas semanas, que no pensaba moverme de la ciudad en plan asceta total y con todo lo que me había propuesto en marcha, con esa idea de fuerza mental y equilibrio que representaba algo así como cuatro bomberos de calendario sujetando la cama elástica dónde tenía que caer desde una altura considerable, la vida imprevisible, traicionera, cachonda y divertida, me pone Londres en bandeja.
Viaje sorpresa.

Quince kilos en una maleta y diez en la otra ¡cómo si fuera tan fácil!
Quedan dos días y debo empezar el descarte tras una semana de llenar una cama doble, totalmente desbordada de todo tipo de cosas imprescindibles, salvo el lugar que ocupa la maleta, o maletita en proporción.
Me está costando respirar.

Replanteamiento general, meditación por la mañana maleta por la tarde. Sistema de existencias por los suelos, alerta roja, desconexión en fase dos sin opción a volver a fase uno… 

Calma.
De momento me lo voy a pasar de primera en Londres, y después, a pan y agua si es preciso.
La salida del sistema sigue su curso, ¿retroceder? mi gran maestro el mundo no lo tiene concebido. 


domingo, 31 de julio de 2011

Una aventura


Matrix
Enajenación mental e ilusión real




“Tu identidad  es algo que te limita,

te priva de la posibilidad de poder ser otra cosa…”

Nadie es tan débil como para no poder participar en el proyecto humano,
el concepto hombre ha de ser superado.




Con una reserva expeditiva como nuevo talante para enfrentarse a la vida diaria, con menos posibilidades ir más lejos, usando miedos para gastar valor, soportando la mirada lasciva del que te compadece y del que te porfía ajustas tu presupuesto como paracaídas que contiene toda tu vida. Cualquier descuido puede llevarte a la más descorazonadora indigencia.

Miras y hay otros que cabizbajos lloran, otros, que desgarran sus uñas contra las piedras que les impiden salir, otros, sujetos por un hilo de acero que envuelve su mano sangran, otros que no dejan de mirar hacia abajo y obligan a caer a quien haga falta para sujetar mejor su existencia. Otros que también has sido.

Y sabes que tienes que hacerlo de otra manera. Planear confiando solo en tus posibilidades, pequeñas, inocentes, menguadas, y trabajarlas para hacerlas grandes, poderosas, pero a ellas, no a las de otros. Sabes, y es un alivio.

Desenchufarte de todas y cada una de las conexiones que te alimentan, te sujetan, te curan, es doloroso y lento. Se necesita tiempo. Incluso mucho tiempo.
Ya es hora del comienzo.


sábado, 16 de julio de 2011

Humanos y su progenie artificial




Mirando desde la suficiente distancia, estas crisis no son más que juegos de poder de una inteligencia humana que somos incapaces de gestionar, se nos escapa en nimiedades porque nuestros intereses individuales -que ya deberían estar solucionados y no retrasarnos en este asalto continuo para resolver las necesidades más básicas- nos superan con creces y nos hacen desatender la resolución de nuestro destino como raza humana.

Desde que el hombre empezó a forjar su historia nunca ha sido consciente de que las determinaciones que elegía formaban parte de un todo en el que estaba decidiéndose su futuro. Solo ha habido y hay mentes dominantes que buscaban y buscan su propio beneficio, fácilmente reconocibles por los subordinados que escogen, “mansos, auto-disminuidos, disponibles, sin iniciativa, ineficientes sin el cerebro que les dirige”, educados y reducidos para ello.

En esta era, tan preocupados andamos con la molesta trama del mundo que nos rodea, sociedad humanoide que empieza a quedar obsoleta en su evolución repetitiva e innecesaria, que estamos pasando por alto decisiones de vanguardia concebidas ya sobre la próxima generación de seres que dominaran la tierra y parte de nuestro aún desconocido universo.
“La gallina es de lo que se vale el huevo para crear otro huevo”  pensamiento forjado entre científicos de mentes abiertas y que desplegará abismos ante los que no estemos preparados. Hasta ahora nuestra propia impotencia nos ha sido válida contra nuestra imprudencia en la destrucción total que ya hemos alcanzado, si damos un paso más y dejamos de ser impotentes ¿qué nos frenará contra nuestra propia imprevisión?

”No nos define lo que dicen nuestras palabras, sino lo que hacemos cuando acabamos de decirlas”.
Dicen los estudiosos que el verdadero superhombre lo será por su capacidad mental y no por su poder físico, que el avance de la humanidad no se debe a los individuos (o a las máquinas) capaces de generar respuestas, sino a quienes se plantean las preguntas adecuadas y trabajan denodadamente para hallar una solución.

¿Qué sería de nosotros si pudiésemos desarrollar toda la capacidad de nuestro cerebro? Creo con la más absoluta sinceridad que explotaríamos por congestionamiento, incapacidad total en la tarea de manejar la energía de toda la información que produciríamos.
De la pequeña fracción que llegamos a gestionar un gran fragmento la utilizamos inconscientemente sin prestarle atención, otra poca en sobrevivir, y algunos pocos consiguen utilizar otra porción en ideas y sueños y conseguir con ellos un avance, el resto –cerebro y humanos- no tenemos idea ni de que exista, dilucidar en estas condiciones hacia dónde vamos resulta épico, aunque no imposible.
Sin embargo hemos de hacernos a la idea de una vez por todas que la lucha contra las limitaciones de nuestra inteligencia se hará cada vez más intensa, lejos de relajarnos en un futuro deberemos activar partes desconocidas de nuestro cerebro para evolucionar sin desaparecer, e incluso evitar nuestra propia combustión espontánea.

Resulta que las máquinas que nos rodean lejos de provocarnos soledad, desde la cocina hasta la oficina, pasando por los cajeros automáticos, tickets de autobús, dinero de plástico con el que intercambiamos servicios y productos, violines, altavoces hipersensibles, no solo no nos han aislado sino que nos permiten evaluar de una forma más positiva el contacto con los demás. La evolución de la vida biológica de un estado de no-conciencia al de conciencia llevó a cabo una enorme cantidad de fases sin ningún programa establecido, las máquinas con nuestra aportación están evolucionando más rápido.
Y además, mire usted por dónde, resulta que debido a esa sensibilización humana hacia todo aquello que le gusta y le reporta beneficio les tomamos cariño. Sí, cariño a las máquinas. Al coche, a la bicicleta, a la cafetera, a la fantástica pantalla digital, al ya casi apéndice biológico del móvil (no estoy exagerando, falta poco). Ni que decir al ejemplar de la foto.

Todo esto no ha sido más que el éxito de la física matemática por los científicos cibernéticos de mentes abiertas, la sociedad debería prepararse para enfrentar planteamientos que acucien nuestra honestidad e inteligencia y dejar de creer que no necesita pensar, enfrentar una homeostasis social continuada es la mejor forma de adaptarnos a la posible supervivencia humana, incluso metiendo nuestro cerebro en una máquina.

Los científicos sociales actuales -por llamarles de alguna manera- siguen sin desarrollar una concepción clara de la física matemática que aplican a sus métodos, dado los resultados obtenidos desgraciadamente visibles en todo el mundo. “Las matemáticas que emplean los científicos sociales y la física matemática que usan como su modelo son la matemática y la física matemática de 1850.”, esto lo dijo Weiner en 1964 y van a peor, siguen cerriles.
Está más que probado aquello de que no son los individuos capaces de generar respuestas los que hacen avanzar la humanidad sino aquellos que planteado el problema dedican su vida a encontrar la solución. Ya que muchos no estamos capacitados para hacerlo, por lo menos dediquemos unos días cada cuatro años de nuestra vida, a escoger a los tipos verdaderamente dispuestos, y otros pocos días cada año a valorar su trabajo, cultivemos con ganas este actual positivismo lógico. Responsabilidad le llamaría yo.
                                                                                     
¿Llegará antes el hombre máquina o la máquina humana?  Solo esperemos que la nueva generación inteligente posbiológica no cargue con nuestros errores, y realmente sean más perspicaces que nosotros valorando la unión de todos los seres-máquina sin crear clases ni Estados.

A partir de ahora voy a mirar a mi cafetera y a mi coche de manera bien distinta, que cariño ya les tengo.






“La idea de que la supuesta creación del hombre y los animales 
es debida a un Dios, el engendramiento de los seres vivos de acuerdo 
con su clase y la posible reproducción de máquinas forman parte 
del mismo orden de fenómenos, es emocionalmente perturbadora, 
tal como las especulaciones de Darwin acerca de la evolución 
y el origen del hombre fueron perturbadoras.
 Si fue una ofensa contra nuestro propio orgullo el que se nos comparase 
con un simio, ahora ya nos hemos repuesto de ello; 
y es una ofensa aún mayor ser comparado con una máquina.”
Norbert Wiener (1964)
Dios & Golem, S.A.


jueves, 16 de junio de 2011

Mammon


El culto a Mammon
Evelyn de Morgan - 1909



El dios al que se rinde culto hoy día. En arameo, riqueza, en hebreo, dinero, en fenicio, beneficio, también conocido como el demonio de la avaricia, riqueza e injusticia. No es extraño pues el fin al que aspira la mecánica del sistema al que obedecemos, trabajo permanente para los obreros y beneficios ilimitados para los propietarios, curiosamente, explotación de unos para la felicidad de otros.


Los economistas, otros dioses a los que la política rinde culto, como buenas echadoras de la buenaventura, anuncian sin ruborizarse sus predicciones siempre fallidas. De manera que esa armonía de la que tanto hablan sobre lo que tiene que ir mal para que lo demás vaya presumiblemente bien, sus retóricas sobre estabilizaciones que acaban en impecables subidas del nivel de vida, están provocando cada vez más paro, pobreza, delincuencia y demografías desastrosas, logrando que los que andábamos mal vayamos camino de peor. 
Vamos, que el valor de la vida humana socialmente está por los suelos, no digamos el de las personas.

Este podría llamarse el  Gran Siglo de los Desencantados, del “no se puede hacer nada”, de los pesimistas que hablan de perder los privilegios de nuestra era volviendo a las cavernas.
¿Es posible hacer que la economía sirva a las personas en vez de éstas a ella? Por supuesto.
Ya se ha derramado tinta tratando esta cuestión, Proudhon por ejemplo, y Marcuse, por no irnos hasta Aristóteles.

El pensamiento dominante es directamente proporcional a aquello en que se basa la economía capitalista, o sea, el mercado libre y la competencia, división del trabajo, sometimiento de una clase a los intereses de otra… en otras palabras, la economía se ha convertido en una religión, con todas las connotaciones que ello implica, aunque nos lleve al cadalso la fe es ciega.

Somos demasiados para que en una vida tan corta podamos pertenecer alguna vez a la élite de la minoría opresora. Ser conscientes de pertenecer a la masa para siempre excluida del beneficio de disponer de tiempo para disfrutarlo en libertad, es un paso obligado para llegar a comprender cómo funciona nuestro entorno y tratar de mejorarlo.

¿Con qué contamos? Tiempo, energía, fuerza, libertad, que no nos sirven para apostar en los flujos monetarios que reparten la riqueza, a lo único que logramos acceder es a acelerar o desacelerar el movimiento desde fuera de manera que solo optamos a una parte de dicho flujo, del que únicamente nos está permitido sacar suficiente fuerza y energía para soportarlo, en detrimento de nuestro tiempo y nuestra libertad.

Poner a la economía en su sitio requiere de una autocrítica del pensamiento social, de un acto de contrición, y que contiene varios puntos a discutir. Dos de ellos para empezar:

“Primacía del humano sobre la mercancía, para ello la economía no deberá desarrollarse a pesar de las personas, ni contra ellas ni su bienestar. ”

“Primacía del ser sobre el tener, o dicho de una forma más directa, se hace necesario el desmontaje de todo trabajo que necesite de máquinas descerebradas y del desencanto del mundo.”

Sistema capitalista, si ¿por qué no?. Aprovechemos su parte buena, este sistema permite adquirir mejoras sustanciales en el bienestar general, bien, desterremos sus desventajas, la desmoralización, el desaliento y la pobreza de quienes las realizan.

Nietzsche afirmaba que todo aquel que no dispone de dos terceras partes de su tiempo en total libertad para su uso personal, es un esclavo.