miércoles, 2 de septiembre de 2009

Iteru



Iteru o Nilo


Amanece en la autovía, un sol espectacular rojo-anaranjado surcado de una nube alargada por debajo de su centro, tiñe un alucinante mar tarraconense de tonalidades calientes.

Hemos ido tan relajadas que todos los mapas de carreteras, desvíos, direcciones y demás puntos de referencia que llevaba no he podido utilizarlas. De repente estábamos en la salida 31, justo la que teníamos que coger, ¿si? ¿no? y ¡alaaa! pasada de largo. En el peaje a
la C-32 amablemente nos han indicado la entrada que necesitábamos a quince minutos del primer destino.
La llegada a la ciudad condal se llena con las llamadas de los amigos que nos esperan para acompañarnos al aeropuerto y hacerse cargo de nuestro coche hasta la vuelta.

Nos recibe el aire cálido, caliente para los que estamos acostumbrados a diez grados menos, desde la terraza del barco predomina el verde con el desierto de fondo. Avanzamos suavemente por el Nilo deslizándose de una orilla a la otra haciendo eses en el gran río, seguimos a otras dos naves en una tranquila carrera de navíos dispuestos a pasar la exclusa sin esperar demasiado. De repente unos gritos alegres desde la orilla nos hacen girar la cabeza a todos, un montón de niños dentro del agua junto a la orilla agitando los brazos y chillando. Nos saludan, hacen gestos vitoreando al capitán. El olaje suave que produce la nave llega hasta ellos que se preparan para nadar contra corriente, para luego esperar al siguiente barco.

Con una madre del África negra, Burundi, Iteru o Nilo fluye en sus casi
7.000 km llevando su valiosa carga de sedimentos con la que sustentó a una población que se dedicó a otras artes y necesidades puesto que él, les proporcionó los alimentos básicos durante sus tres mil años de existencia. Hoy sigue dando sustento a una población que ha aumentado considerablemente pero que sin embargo sus últimos conquistadores no han sabido sacar partido a tanto privilegio.
Éstos intentan utilizar las denostadas tradiciones faraónicas para mantener vivo el interés del resto del mundo y atraerles a una difícil sociedad en la que su manera de ver el mundo les priva de valorar que la vida en la tierra es un privilegio del que hay que saber disfrutar, aprender y mejorar.

El predominio masculino se respira en el ambiente. Ni una sola mujer nos ha atendido en ningún momento del viaje de Aswan a Lúxor. El guía cuenta la historia en los antiguos templos egipcios haciendo lecturas muy particulares, a la medida de las creencias egipcias actuales. Incluso de la misma manera y en el mismo tono que nosotros les contamos los cuentos más fantásticos a nuestros hijos.
Debo decir que en conjunto fueron respetuosos, aunque entre broma y broma el guía y yo dejáramos caer nuestras respectivas afinidades sobre los géneros, pero en más de una ocasión me esforcé por contenerme.

A pesar de todos y cada uno de los rigores de este viaje a un ambiente donde el espíritu de libertad no reside en existir sino en morir, dato este que me hizo recordar aquello que dejó escrito Nietzsche “El primer pensamiento del día, la mejor manera de comenzar bien cada día es, al despertar, pensar si en ese día podemos complacer al menos a una persona. Si esto pudiera admitirse en sustitución de la costumbre religiosa de la oración, los demás saldrían beneficiados con el cambio.”
Como digo a pesar de todo ello, y abarco todo lo espiritual y lo material, la belleza del legado faraónico, egipcios, nubios y demás etnias de la era, consiguen hacer de este viaje una verdadera y fantástica travesía por un mundo sabio y profundo, lleno de aciertos y errores.

Solo he podido observar con cierta claridad, que comienzan a percibir la diferencia, a vislumbrar otras formas de pensar, a valorar qué és calidad de vida, y a actuar moderadamente en una sociedad que tímidamente adopta los vaqueros y el Ketchup, y que sonríen suspicaces ante mis razonamientos (pocos, pero algunos hubo) sobre su negatividad.
Pudimos ver a una musulmana arquitecto dirigiendo una excavación cerca de la entrada de un templo, con la mirada socarrona que me dirigió el guía mientras lo contaba, me faltó tiempo para decirle en alto que “ya era hora que nos mostrara la verdadera alma egipcia”.

10 comentarios:

Babilonio dijo...

Muy femenino, un viaje interesante.
Un abrazo.

ybris dijo...

Se ve que has sabido mirar y escuchar con criterio.
No por mucha historia o leyenda que nos cuenten lo que se cuenta es norma.

Besos.

Pedro M. Martínez dijo...

¡Pásarlo muuuuuy bien!
Un beso

gaia07 dijo...

Aunque nuestras conversaciones no han sido lo largas que me hubiera gustado, tus opiniones siempre me han hecho reflexionar.

Cuídate mucho Babilonio.

Un abrazo.

gaia07 dijo...

Nada mejor que observar otros caminos para valorar con juicio lo que ponen ante ti.
Sobre todo Ybris si llevas las enseñanzas de tus maestros bien presentes.

Besos.

gaia07 dijo...

Ahora si que tengo cosas que contarte Pedro.

Un beso.

Anónimo dijo...

Me alegro que estes de vuelta. Espero que el viaje haya sido provechoso y agradable.
Un placer volver a leerte.
Besos.
Merxe.

gaia07 dijo...

Lo ha sido Merxe, en todos los sentidos.

Un beso.

Art_Alegoría dijo...

Hola, Buenas tardes Gaia,

Que seas consciente de que se te lee

O de que he vuelto a leerte

Lo que pasa, es que quizás lo desconocías.

O no lo recordábamos.

Un atento y cordial saludo,

Art Alegoría

gaia07 dijo...

Art_Alegoría hoy he leído tu comentario. Hoy soy consciente.
Lo desconocía ¿Tenemos recuerdos?

Inmediatamente he ido a tu blog, publicaste el 2 de noviembre de 2009 la última vez. Ni e-mail, ni el/los otro/s blog/s. ¿Links? Noticias de google y ayuda de blogger. Leo.

Y me quedo oliendo a mandarinas.

He decidido comentarte con este comentario, con la esperanza de que se te ocurra pasar de nuevo por allí-aquí y verlo de paso.

Un sorprendido y expresivo saludo,
gaia07