lunes, 28 de septiembre de 2009

Despertar o resurgir con sosiego






Ante todo las mujeres hemos de hacer frente a tres grandes mitos sociales que actúan entrelazándose como mecanismos para subordinarnos, la mujer-madre, la pasividad erótica femenina y el amor romántico. Nuestra alma y nuestro cuerpo llevan caminos diferentes.
Ocurrió que las feministas no consiguieron interpretar adecuadamente los signos del cambio que se avecinaba. No lograron llegar a las mentes de las amas de casa analfabetas, no entraron en sus camas, en sus lavaderos, en sus palizas, en su sustento.

Después, democracia, globalización, educación, emancipación, pasaron inadvertidos entre las brumas de lo que se creía eran la esencia degradante de lo femenino, la moda del cuerpo esbelto, conseguir el aspecto eterno de los 20 años o el modelo familiar americano.
Vanos intentos de usar el poder de la voluntad contra sentimientos e instintos naturales femeninos, en pos de introducirnos de cualquier manera en la eficiencia masculina.
Despistadas, perdidas, optaron por acabar solas y escondidas, el sistema ya no las encontraba útiles y se descubrieron irreconocibles para ellas mismas.

Allí, entre tanta proclama y discurso, convertidas en mujeres tan solo permitidas, no entendidas, empezaron a abogar por una educación femenina en la que premiáramos aspectos de nuestra manera peculiar de enfrentarnos al mundo tanto como de la feminidad que nos hace insustituibles. Conducir una moto con tacones de aguja, o tender, hablar por teléfono y hacer café al mismo tiempo, o cuidar de los mayores, llevar los niños al colegio y acudir a la oficina, con la natural tendencia femenina a seguir la moda manteniendo un aspecto agradable.

Y he aquí que nos vimos, de lejos aún, tal vez difuminadas, pero nos reconocimos en aquella deformada sombra.
¿Los misterios de la mujer? La contradicción transformada en paradoja, ni más ni menos.
Aquel ímpetu del principio masculino, punto de vista fijo y rígido, comprensible, accesible a la razón, codificable en dogmas y catecismos como sabiduría colectiva institucionalizada, mataba, a sangre fría además, a nuestro principio femenino de lo incompresible, lo no racional, lo no repetible, lo no constante, perteneciente al aquí y ahora, al momento inmediato, momento en el que se concibe la vida, no de un modo repetible, sino como algo único, particular y del instante.

Los manifiestos han cambiado, ya nos damos cancha. Carecíamos de espacio para deshacer los límites sin despojarnos de nosotras, amar a un hombre o a los hombres sin depender de ellos, crear una familia sin que todo penda de la madre, acudir a un puesto de trabajo que nos emancipe sin trabajar las 24 horas.
Desconocíamos el intrincado lenguaje social de las leyes que dominan quienes nos subyugan, pero cada vez estamos más preparadas para crear mecanismos de respuesta y salvaguardar ese espacio salvaje y creativo como prolongación de nuestro cuerpo, en el que nadie se crea con derecho a convertirlo en un jardín sistemático y perfecto en nombre de megalómanos/as pavos reales.

Puesto que el sistema nos consideraba fuente de pecado y peligrosas, nos era negado el conocimiento.
Pero no es eliminando a los pobres como se soluciona el persistente problema de la pobreza, sino eliminando a los ricos.
De la misma manera no es destrozando la “fuente mujer” como se combate el pecado y por tanto el peligro, sino eliminando el pecado como término de esclavitud para supeditar la inteligencia y la diversidad.

Estas absurdas creencias machistas tan variopintas tienen su inicio en los pueblos primitivos, que utilizaban a la población como mano de obra. A ellos, sujetos aptos para la guerra, y a ellas, cuerpos, herramientas de control del crecimiento de la población para no desbordar la previsión alimentaria, las metas de desarrollo y como campo de experimentación de la industria farmacológica (Montaño, 1966, op cit, pp168).
Cuestiones en boga aún en este siglo como “formulación de políticas de población”, sin evolución patente, tecnología punta a cambio de regresión mental.
Pero no nos distraigamos, somos nosotras las que debemos ser capaces de estar en nuestro centro vital, si el mundo esta regido por las leyes de los hombres las mujeres no tenemos por qué seguirlas.

Contra todas las normas eclesiásticas, patriarcales, y demás zarandajas dictatoriales, existen innumerables estudios que demuestran que cuando el nivel de vida aumenta, y con él las oportunidades laborales y educacionales, las tasas de fecundidad bajan.
Cuando la maternidad deja de ser considerada dentro del romantizado ámbito privado, y se la ve tal como es, placer femenino por antonomasia, íntimo e intransferible, al mismo tiempo que un dispositivo de continuación de la especie, cuidado y educado, la fecundidad aumenta.
… en realidad el lograr o no el desarrollo económico depende menos del tamaño que tenga la población mundial, que de nuestra decisión de ocuparnos de las causas de la pobreza y la degradación ambiental” Jodi Jacobson

El mundo está lleno de mujeres como Nawal el Sadaawi, escritora egipcia, médico, perseguida por su gobierno por escribir sobre la sexualidad femenina de su país. Encarcelada durante un año, fundó la Asociación Solidaria de Mujeres Árabes consagrada a “quitar el velo de las mentes” de las mujeres árabes. Hay mujeres como ella, que han sido capaces de superar una represión tan fuerte como la islámica contra los derechos de un ser humano.

Cuando nos observo andando por la calle, en nuestras casas, en nuestros trabajos, de compras o sentadas en las cafeterías me pregunto si somos conscientes de nuestro poder. No del que ordena y manda, sino del que cura, protege y revitaliza el orden, y del que construye, osa y hace posible el mando.
No lo parece.

Adición a la perfección. Marión Woodman

lunes, 7 de septiembre de 2009

¿Cómo vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?



Monumento al Maestro - Palencia



Hace una mañana espléndida. Amanece a las cinco de la madrugada, el silencio del inmenso jardín del hotel deja oír un fondo de tráfico alucinante, es como el murmullo lejano de una tormenta, se fusiona con los pájaros que cantan bajo un cielo que aún está azul y claro.
Dentro de unas horas todo el Cairo estará cubierto de una inmensa cúpula de fina arena del desierto amarillenta y polución grisácea. Dos horas más tarde sale el sol, apenas unas horas después estará en el cenit de su recorrido, y a las cinco de la tarde empieza a descender. Aún quedarán unas cuantas horas de luz, y en su letargo aparece la luna, cuya presencia no dura más de dos o tres horas. Dejando tras ella toda la bóveda plagada de estrellas hasta el amanecer sin sol.

Antes eran las caravanas de camellos, hoy los convoys de autobuses. Vamos de nuevo a sumergirnos entre las gentes recelosas, que han creado un mecanismo invisible por el que tú solo puedes estar de paso…
El Cairo, bullicio y tristeza, sectarismo y tolerancia, lo que puede llegar a hacer Don Dinero con acérrimas costumbres, creencias u obligaciones a las que llevan los extremismos donde imperan la necesidad y la ignorancia. Aquí todo es fachada. La sinceridad no ayuda a la supervivencia diaria.

Tras las explicaciones diarias que escuchas in situ, las continuas alusiones a basar la certeza del ahora en las creencias de un antes inventado tan groseramente que hasta el más iluso puede sospechar, te paras y piensas. Luego te informas, buscas opiniones, indagas en estudios. Y entonces entiendes.

Nace el dios Sol en la mañana, Kepri, el escarabajo, al medio día Ra, hombre con cabeza de halcón, por la tarde Atum, hombre con cabeza de carnero. Kepri, niño, Ra, adulto, Atum, anciano. El politeísmo tradicional Egipcio hizo del curso del sol unos iconos que la teología interpreta como las fases del fenómeno cósmico. La forma de contar su manera de ver el mundo no está en el texto que pudieran representar sus iconos, sino en los objetos y hechos a los que aluden, de forma que no hacían distinción entre tiempo y eternidad, entre ser y devenir, entre vida o muerte.

Nace Kepri en la madrugada que sigue a la noche, madura en Ra que lucha contra sus enemigos durante el día, la fuerza vital recogida en la derrota al enemigo por Atum, que muere en el atardecer para reunirse en la noche con su padre Osiris, siendo ambos, los dos aspectos de la plenitud del tiempo cósmico que los egipcios distinguían como neneh y djet, virtualidad y resultatividad. Y vuelve a empezar cada día con el nacimiento del dios Sol en Kepri.*

Pasó y pasa lo mismo con el resto de creencias religiosas del mundo. Los que vienen detrás o las ocultan, o las destruyen, o las rehacen a su gusto.
Pero he aquí un detalle sumamente importante ocurrido en el Renacimiento: “Las consecuencias de la imprenta van más allá de la revolución técnica.” “El libro revoluciona el pensamiento” ** Ya no sirve cualquier copia de cualquiera, sin autoridad y sin documentar, se abordan los acontecimientos con ayuda de la arqueología y la epigrafía como serios y responsables historiadores y no como idealistas religiosos. Pueden ser leídos y entendidos por cada vez más personas cultas, no necesariamente eruditos. La mentalidad social se resquebraja, se conocen otras maneras de pensar, otras formas de entender el mundo. La ciencia constata y sella sus descubrimientos para los entendidos y sobre todo, para la posteridad que lee, aprende y mejora. El mundo se educa.

Pero la educación no interesa a quienes han decidido prosperar en base a que tú ames al prójimo. Cuando decides pensar por ti mismo, al oír a las distintas religiones observas una paradoja que te ilustra en como funcionan estas personas, puedes amar a unos pero debes odiar al que no piensa ni actúa como dicen aquellos que se debe pensar o actuar. Con lo cuál mientras ames al prójimo que te dicen, y les dejes que maten al prójimo que ellos deciden que no debes amar, te dejarán penar en paz en este mundo.

Tras haber vivido de cerca por unos días, más que suficientes, una sociedad en que la ignorancia reina junto al orgullo de pensar que ellos ostentan la verdad de la muerte, y se doblegan a ella para alcanzarla dónde y cómo sea, lo más rápidamente posible incluso, mirándote con desprecio por lo que te espera tras tu vida impenitente, me he convencido con más firmeza si cabe, que tan sólo una educación de calidad, laica, sin dogmas, con unidad y equidad, y sobre todo con un profesorado bien preparado y entusiasta, es la única estrategia que puede sacarnos de la hegemonía de los poderes autoritarios.

Se necesita un riguroso proceso de selección, en el que se evalúe como necesidad iindiscutible, la capacidad de enseñanza del futuro docente antes que su nivel de conocimientos. Conseguiríamos así un cuerpo de docentes realmente influyente en una sociedad equilibrada, educada y participativa. Los únicos, estos docentes, con capacidad para elegir los libros de texto, dirigir las evaluaciones, elaborar los programas, y concertar la cooperación con los padres. Y esto no es nada nuevo, existe. Finlandia, ahí un poco más al norte, lo ha conseguido. Y funciona. ***

Tarja Kaarina Halonen, presidenta de Finlandia:
“Un pueblo educado elegirá presidentes honestos y competentes.
Estos elegirán los mejores asesores.
Un pueblo educado no tolera la corrupción.
Un pueblo educado sabe muy bien diferenciar un discurso serio y una prédica demagógica.
Un pueblo ignorante desperdicia sus recursos y empobrece.
Un pueblo ignorante vive de ilusiones.
Un pueblo educado prospera también en condiciones adversas.”

Claro que sería como en aquel cuento chino en el que el maestro le dice a un alumno que se sentía infravalorado: “Tú eres una joya valiosa y única. Y como tal, sólo puede valorarte un experto. ¿Cómo vas por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?”

Habrá que contar con expertos para conseguir buenos expertos. Pero de esos que te enseñan a no huir de tus debilidades, a construirte a ti mismo aprendiendo de los errores sin pagar un precio injusto, a saber discutir una verdad descubierta sin recurrir a lo políticamente correcto, porque cuanto más dignas, auténticas y libres sean las personas, más digna, auténtica y libre será la sociedad.
Jamás al contrario como pretenden los sectarios.



* http://gramena.blogspot.com/2008/12/el-oceano-primordial.html
** Contrahistoria de la filosofía II. Michael Onfray (Tercer tiempo, cap.I-3)
***http://www.ecobachillerato.com/blog6/2006/08/finlandia-modelo-educativo-seguir.html

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Iteru



Iteru o Nilo


Amanece en la autovía, un sol espectacular rojo-anaranjado surcado de una nube alargada por debajo de su centro, tiñe un alucinante mar tarraconense de tonalidades calientes.

Hemos ido tan relajadas que todos los mapas de carreteras, desvíos, direcciones y demás puntos de referencia que llevaba no he podido utilizarlas. De repente estábamos en la salida 31, justo la que teníamos que coger, ¿si? ¿no? y ¡alaaa! pasada de largo. En el peaje a
la C-32 amablemente nos han indicado la entrada que necesitábamos a quince minutos del primer destino.
La llegada a la ciudad condal se llena con las llamadas de los amigos que nos esperan para acompañarnos al aeropuerto y hacerse cargo de nuestro coche hasta la vuelta.

Nos recibe el aire cálido, caliente para los que estamos acostumbrados a diez grados menos, desde la terraza del barco predomina el verde con el desierto de fondo. Avanzamos suavemente por el Nilo deslizándose de una orilla a la otra haciendo eses en el gran río, seguimos a otras dos naves en una tranquila carrera de navíos dispuestos a pasar la exclusa sin esperar demasiado. De repente unos gritos alegres desde la orilla nos hacen girar la cabeza a todos, un montón de niños dentro del agua junto a la orilla agitando los brazos y chillando. Nos saludan, hacen gestos vitoreando al capitán. El olaje suave que produce la nave llega hasta ellos que se preparan para nadar contra corriente, para luego esperar al siguiente barco.

Con una madre del África negra, Burundi, Iteru o Nilo fluye en sus casi
7.000 km llevando su valiosa carga de sedimentos con la que sustentó a una población que se dedicó a otras artes y necesidades puesto que él, les proporcionó los alimentos básicos durante sus tres mil años de existencia. Hoy sigue dando sustento a una población que ha aumentado considerablemente pero que sin embargo sus últimos conquistadores no han sabido sacar partido a tanto privilegio.
Éstos intentan utilizar las denostadas tradiciones faraónicas para mantener vivo el interés del resto del mundo y atraerles a una difícil sociedad en la que su manera de ver el mundo les priva de valorar que la vida en la tierra es un privilegio del que hay que saber disfrutar, aprender y mejorar.

El predominio masculino se respira en el ambiente. Ni una sola mujer nos ha atendido en ningún momento del viaje de Aswan a Lúxor. El guía cuenta la historia en los antiguos templos egipcios haciendo lecturas muy particulares, a la medida de las creencias egipcias actuales. Incluso de la misma manera y en el mismo tono que nosotros les contamos los cuentos más fantásticos a nuestros hijos.
Debo decir que en conjunto fueron respetuosos, aunque entre broma y broma el guía y yo dejáramos caer nuestras respectivas afinidades sobre los géneros, pero en más de una ocasión me esforcé por contenerme.

A pesar de todos y cada uno de los rigores de este viaje a un ambiente donde el espíritu de libertad no reside en existir sino en morir, dato este que me hizo recordar aquello que dejó escrito Nietzsche “El primer pensamiento del día, la mejor manera de comenzar bien cada día es, al despertar, pensar si en ese día podemos complacer al menos a una persona. Si esto pudiera admitirse en sustitución de la costumbre religiosa de la oración, los demás saldrían beneficiados con el cambio.”
Como digo a pesar de todo ello, y abarco todo lo espiritual y lo material, la belleza del legado faraónico, egipcios, nubios y demás etnias de la era, consiguen hacer de este viaje una verdadera y fantástica travesía por un mundo sabio y profundo, lleno de aciertos y errores.

Solo he podido observar con cierta claridad, que comienzan a percibir la diferencia, a vislumbrar otras formas de pensar, a valorar qué és calidad de vida, y a actuar moderadamente en una sociedad que tímidamente adopta los vaqueros y el Ketchup, y que sonríen suspicaces ante mis razonamientos (pocos, pero algunos hubo) sobre su negatividad.
Pudimos ver a una musulmana arquitecto dirigiendo una excavación cerca de la entrada de un templo, con la mirada socarrona que me dirigió el guía mientras lo contaba, me faltó tiempo para decirle en alto que “ya era hora que nos mostrara la verdadera alma egipcia”.