lunes, 12 de enero de 2009

Relaciones interpersonales (VIII)

Quino - Mafalda


La más intrincada y difícil cuestión sobre la que nos hacemos preguntas a lo largo de todas las etapas de la vida, es la de las relaciones con las otras personas que nos interesan: los amigos y los enamorados.
Tratamos de dar respuestas y definiciones, e incluso llegar a estudios serios para conseguir un consenso.

¿Qué nos lleva a querer conocer a una persona y no a otra?

No siempre el atractivo físico impera, aunque tenga cierta importancia, la mayoría de la gente que paseamos por la calle no destacamos precisamente por ello. El aspecto físico identifica un estatus, con el cuidado del cuerpo, la forma de vestir, ademanes y gestos, muy significativos para las mujeres, y el de que si la belleza predomina por fuera no menos debe ser lo que guarda dentro, significativo masculino. También cuenta el grado de acuerdo o no, al que llegues con los estereotipos de belleza implantados.

La forma o el momento en que se conoce a esa persona, tienen una incidencia directa con la necesidad o el gusto por volver a verla, e incluso del gozo que te embarga cuando la vuelves a ver.
Has tenido que valorarla positivamente, normalmente porque esa persona te responde con la misma simpatía o atención que tú le ofreces, halagado tu ego deduces que si tiene el buen gusto de hacerte caso, bien merece la pena corresponder. Con todo, tenemos muy en cuenta la valoración de los demás, si es aceptado nos cuesta menos interesarnos.

Los filósofos socráticos y platónicos, diferencian entre Amistad (compatibilidad y respeto) y Amor (afecto y atracción física).
Veamos ¿si hay amistad no puede haber afecto y atracción física, y si hay amor no habrá compatibilidad y respeto?
Respondemos a los acercamientos con la timidez o auto-estima que nos han imbuido al tratarnos, al educarnos. Y desarrollamos la relación dependiendo de lo que consigamos a cambio. Evaluamos el coste que supone el intercambio y comparamos esto con la alternativa de ¿si no es esto que tengo? Otra amistad posible o la soledad.

Buscas en un amigo compartir actividades, buenos ratos, apoyo. Pero no le pides que esté pendiente de ti a todas horas. Respetas su intimidad y acudes en su ayuda cuando te lo pide. En cambio cuando tienes una pareja, los roles ya no son los mismos.
Tras decidir que te gusta y familiarizarte con la persona, puedes predecir su comportamiento, tratando de hacer las cosas que le agraden y no las que le enfaden. La fuerza o la superioridad, la debilidad o la autocompasión se hacen patentes, tanto más, cuanto más tiempo pases cerca de ella. Son creencias populares y no necesariamente lógicas estos cambios de actitud entre amistad y amor.

¿Y qué pasa con ese estado emocional salvaje que experimentas con algunas personas? Ocurre tanto con estímulos positivos como negativos, en un estado de felicidad tras la salida de una representación cómica, o tras pasar por una angustiosa experiencia, al mirar al otro que te ofrece protección o comparte tu alegría, la activación fisiológica precipitan al apasionamiento. Y puede derivar tanto en una relación de compañerismo como en un alejamiento. Hay quien lo experimentan una y otra vez, mientras otras no lo hacen nunca. Siendo razonables, por maravilloso que sea ese tiempo y esas sensaciones confusas (ternura y sexualidad, júbilo y dolor, ansiedad y descanso, altruismo y celos) físicamente sería un desgaste bastante fuerte que durara toda una vida.

Los pocos estudios hechos hasta ahora concluyen que en los matrimonios las personas están más sanas que los solteros y divorciados.
Y por supuesto no estoy en absoluto de acuerdo. Una persona puede ser feliz y sana, sea cual sea su estado social. Si nos guiamos por estadísticas, probablemente habría que tener en cuenta que toda la vida social te lleva a seguir pautas de comportamiento para conseguir estatus y por ende la aprobación de los demás, y no para conseguir tu felicidad como individuo.

No ha venido. Hace demasiado frío. Eché de menos sus opiniones.





Discover Benny Goodman!


4 comentarios:

Carz dijo...

Sí, si tienes razón....

pero ¿no habrías cambiado toda esta disertación por unas risas junto a él?

Un beso :)

gaia07 dijo...

¡je,je! Ya lo creo.

Acabo de cercenar un pedazo (al texto). Prefiero reír con mucho.

Un beso.

Carz dijo...

¿Sabes?
A veces uno se cansa de tant@ gilipollas por el mundo, y, entonces piensa, ¿joder, no nos hemos ganado un par de cervezas y medio baile?

Y no hace falta ir al Erecteion, ni a Delos, no. Basta con saber que lo más lejos que hay es el fondo del mar, y lo más cerca que hay, es la panadería.

¿Unos churros entre la borrachera?

Cualquier repuesta será aceptada, pero no de igual manera....


Un beso de despertá.

gaia07 dijo...

Hayan o no gilipollas, lo de la cerveza y el baile no es cosa de perderse.
Demasiado lejos el fondo del mar, y hay momentos del día que solo pasar por delante de la panadería se agradece, pero no le haría ascos a tomar y bailar en el resto.
Ese es el mejor final de una borrachera, y aunque las mías no van más allá de perder un tanto la compostura, puedo dejarme llevar fácilmente, sobre todo si hay mucho chocolate.
Un beso bien despierto.