2012 ha sido tan deplorable que no me he
despedido de él como acostumbro.
Para ser sincera ha sido un año nefasto. No toda la culpa fue
suya, los anteriores tuvieron mucho que ver en su desastrosa existencia.
En futuros libros de historia, de economía y de política
española (que no dependan de gobiernos autoritarios) tendrá una extensa y larga
exposición de oscura trayectoria, será recordado por los nombres de empresarios,
políticos, economistas e intelectuales que creyeron en el dinero fácil y
utilizaron su prepotencia en sus quehaceres sociales. Y por la gente que lo
vivimos, alzándonos de hombros frente al destrozo de cada conquista social que
nuestros mayores consiguieron con sudor y sangre.
Aún más preocupante es que no parece haber visos de cambio en este joven 2013.
América sigue a lo suyo autorizando la creación de
salmones modificados genéticamente, hembras estériles que crecen el doble de rápido
y durante todo el año. Los productores capitalistas alegan como imposible que
se escape alguna del tanque dónde las aíslan, y que no hay riesgo a que se reproduzcan
con un salmón salvaje causando la desaparición de los naturales.
Pensando un poco más y sin mucha imaginación, si ocurre, -se
puede presuponer que llegará a haber calidades en el alimento, quién más pague obtendrá
animales más sanos y ricos en nutrientes, tal como pasa hoy en día con los
salvajes salvo si puedes pescártelos tú mismo-, como decía, si ocurre, el poder de darles vida
o no, quedaría en manos de quienes tuvieran la patente del alimento, y esto conllevaría al mismo tiempo el poder del hambre de los pueblos.
Y una vez en marcha, el resto de alimentos correrían la
misma suerte ¿Y qué no haría por un plato de lentejas?
Europa anda un tanto despistada, con eso de poner sus
barbas a remojo viendo a los vecinos rasurados, se le está desviando la diana
del objetivo. Objetivo que desde mi baja atalaya (léase entendimiento) tampoco
vislumbro cuál pudiera ser. En el peldaño de los miserables las palabras se
convierten en palabrería, pero si no las utilizamos, lo hosco y hostil acaba
convirtiéndose en esa base que invita a pisotearla para conseguir allanarla.
Siguiendo con mis lecturas de Punset, en “El viaje a la Felicidad”, dice que
las emociones cabalgan de inmediato sobre una percepción, y que “… la
ignorancia constituye un activo necesario en el caso de los que sólo analizan
un problema desde su propia óptica”.
Teniendo en cuenta que la memoria funciona relacionándose
con el significado y no con la información, y que actuamos las más de las veces
emocionalmente utilizando nuestros órganos más básicos (cerebro reptiliano) sin
acudir a la lógica y el razonamiento, es posible que la visión que nos quede de
este deprimente año no sea realista del todo.
Parece que también tenemos tendencia a olvidar lo más
malo de nuestra vida en la búsqueda de la Felicidad (bendita tendencia), sería
más que conveniente echarle un vistazo de vez en cuando a lo que se dijo y
escribió durante la caída del ajusticiado Estado de Bienestar.
Para no caer en extremismos, deberíamos darle a esta
social caída en picado la posibilidad de comienzo que tienen todos los finales.
Se ha echado abajo lo bueno pero también lo malo.
Eso sí, mi cerebro reptiliano sigue emocionalmente activo
y ya que me voy a comer lo que me impongan, necesito saber si los tipos que me
lo venden también están o no modificados genéticamente o meméticamente, porque tanta animosidad por mejorar lo bueno, aumentar la producción, ganar cantidades indecentes de dinero mientras mueren cada día más y más personas de hambre en todo el mundo no parece que corresponda a una selección natural sino a una social, por no decir mental. Más que nada para que mi razonamiento
pueda perder el miedo al cambio, aunque no del todo, ese miedo ha protegido nuestra
humana existencia. No es cuestión de alejar la Felicidad más todavía.
Así que aquí queda mi palabrería sirviendo de despedida a
un negro 2012 y de bienvenida a un no menos negro 2013.
Fotografía de: http://blogs.cnnmexico.com/en-primer-plano/tag/nieve/