martes, 15 de marzo de 2011

Celebraciones


El condor
Posee una envergadura de 1,30 x 3,50 m en pleno vuelo



A la mayoría de las personas nos resulta tremendamente fatigante alterar las creencias radicales y las costumbres profundamente arraigadas y terriblemente condicionadas en que se desarrolla nuestra vida en sociedad, dejarse llevar por la obediencia a normas y modelos culturales nos asienta en ese conformismo en el que parece amansarse nuestra vida.

Si estamos dedicando un día especial a algo es que ese “algo” aún no está normalizado, de lo contrario, hemos convertido en cotidiano y usual únicamente el festejo. Aunque algunas celebraciones o conmemoraciones son recordatorios de sucesos de los que debemos aprender y no olvidar jamás, la mayoría de ellas las celebramos sin saber muy bien qué festejamos.

Las usuales por repetidas han pasado a ser obligaciones, como por ejemplo la onomástica, deprimente el ir contando los años que pasan y obligándote a calcular los que te van quedando, la navidad o las vacaciones de verano que solo consisten en despilfarrar a diestro y siniestro, el día del padre, de la madre o los aniversarios, estas resultarían más fructuosas si les honrásemos a diario, o el de la mujer trabajadora que me ha tocado la moral este año oyéndoles hablar, a lo sumo la hemos convertido en un ideal cutre de la pura y llana realidad.

Se toma algo que debería ser normal se le enfatiza y se le festeja. El día de la mujer trabajadora, a fin de cuentas la mujer ha trabajado desde que el mundo es mundo, como recordatorio a las víctimas en su lucha por conseguir ser reconocidas como seres humanos con todos los derechos, y en igualdad de condiciones al hombre trabajador, es una de las celebraciones que deberíamos cuidar de no aclamarlas solo con ese sentimiento de “seguir luchando” por un derecho al que ya se le ha dotado de legitimidad. Es un asunto tan normal como el de tener una vivienda digna.

En 1890 las mujeres ya constituían el 17% de la mano de obra asalariada norteamericana, un porcentaje integrado por solteras, viudas o abandonadas, que eran consideradas de rango social inferior.De esto, y sin darle más vueltas de las necesarias, deduzco que tienen bastante razón quienes afirman que fue la mujer trabajadora, la de toda la vida, quién creó la liberación de la mujer y no al contrario.

No es de recibo seguir analizando desde una perspectiva de género la presencia y la participación activa de las mujeres a lo largo de la historia, porque no ha dependido de ella que cambien las necesidades sociales sino de la sociedad en masa, ese cambio en las nuevas formas de habitabilidad de los cuerpos de la que habla Judith Butler, no es tan solo aplicable a la sociedad que no vive en un cuerpo femenino, sino a todos los sexos, a todos los colores y a todos los sentires y pensares. Una situación compleja sí, pero que solo hay que razonarla.

El estallido feminista de finales de los sesenta constituyó una toma de conciencia colectiva de lo que estaba ocurriendo en el entorno, el sueldo de un hombre no llegaba para sustentar una familia, las duras inflaciones, las crisis empresariales, revoluciones y cambios de producción, atacaron con crueldad –como tienen por costumbre- a las bases del sostén de toda sociedad: la alimentación, la protección de su miembros, el refugio y la transmisión de conocimientos, (lo que hoy llamamos pilares básicos del estado de bienestar).
Estos hechos marcaron el comienzo de los profundos cambios familiares y sociales que hoy día siguen imparables, y el imperativo marital y procreador dejaba de tener sentido por algo tan simple como una relación entre costo-beneficio familiar y social.

Las familias rurales progresaban más cuántos más hijos llegasen, en tanto crecían en número crecían en riqueza, pues desde pequeños contribuían a la producción y autosuficiencia familiar generando así el beneficio que amortizaba su crianza.
Las familias urbanitas con muchos hijos se hundían, el costo por hijo aumenta con los años ya que los beneficios son a largo plazo y no siempre recuperables, al fin representan un déficit que dura toda la vida.

No se trata de que los hombres sean terriblemente comprensivos con la situación de la mujer, ni de que las mujeres se hayan revelado con la furia de la razón contra sus opresores, solo es una cuestión de acomodo a una sociedad que evoluciona hacia un nuevo imperativo, la necesidad de adaptarse a un medio de subsistencia que cambia cada día, y la búsqueda de la conciliación con la manera en que sus integrantes deben organizarse para adaptarse a unos tiempos de evolución distintos.

Aprendamos a celebrar lo conmemorable y no tomemos lo que ha de ser normalidad por privilegios festejables. Sobre todo las mujeres.


10 comentarios:

mateosantamarta dijo...

Como siempre pones los puntos sobre todas las is o ¿es ies?. Me asombran estos ensayos lúcidos y ésta tu capacidad de razonar y de exponer. Enhorabuena.
Besos, amiga.
Yo "CELEBRO" el 11-M PORQUE VIAJO EN CERCANIAS Y PASÉ UN POCO ANTES POR OTRA VÍA. Al día siguiente cogí el tren - iba yo sólo en el vagón y alguna tele lo filmó- No se me olvida. Desde entonces soy donante de sangre.

mirada dijo...

Te esperaba como se espera el agua y el alimento

:-)

"Aprendamos a celebrar lo conmemorable y no tomemos lo que ha de ser normalidad por privilegios festejables".

Gracias, tesoro.

gaia07 dijo...

No se deben olvidar Mateosantamarta, hay que mantenerlas en la memoria de los que no las vivieron, es la única manera de saber que la sinrazón no tiene cabida ni valor en ningún tipo de sociedad.
Un beso querido amigo.

gaia07 dijo...

Estimada Mirada eres un maravilloso aliciente.

Un abrazo muy fuerte

El peletero dijo...

Nos hablas de dos cosas distintas, de las celebraciones a propósito de algo y de ese algo, en este caso la condición de la mujer y su lugar en el mundo.

Las tradiciones tienen sentido cuando la comunicación entre padres e hijos sigue viva y los mayores saben explicar el mundo dejando a los jóvenes que continúen con el relato en un hilo que nunca termina. Cuando se rompe aparece el sinsentido de la Navidad o el del día de la mujer trabajadora, ni unos son capaces de narrar nada ni a los otros les importa la historia que les cuentan.

Es evidente que la mujer ha trabajado siempre, otra cosa –de ahí la expresión “mujer trabajadora”- es que lo haya hecho fuera de casa y por ello haya cobrado un sueldo y pagado los impuestos correspondientes.

Nos hablas de “la necesidad de adaptarse a un medio de subsistencia que cambia cada día, y la búsqueda de la conciliación con la manera en que sus integrantes deben organizarse para adaptarse a unos tiempos de evolución distintos.” Así es, sin embargo, no todo es una cuestión de simples costes y ganancias si olvidamos aquellos que generan prestigio social, laboral y sexual, que básicamente, en su esencia, son los mismos de siempre, derechos de poder sobre las cosas y los hijos.

Lo importante, en cualquier caso, es saber lo que se quiere dadas las circunstancias, que lo que se quiera sea justo y poner los medios para llevarlo a cabo. Pero mucho me temo que se quiere todo a la vez, lo uno y lo contrario, la tesis y la antítesis, y eso no puede ser además de ser imposible, genera frustraciones y depresiones, fracasos y decepciones, así que lo mejor, para esta y cualquier otra revolución, es que cada uno se quede en su casa y Dios en la de todos sin esperar ni comprensión ni pago por los servicios prestados, ni tampoco más amor de la cuenta que ya se sabe que se gasta rápido.

Te envío un artículo de mi muy admirado Puigverd.

http://www.lavanguardia.es/opinion/articulos/20110314/54126471240/apoteosis-de-mujer-velina.html

Saludos.

virgi dijo...

¡Qué bien lo dices! Yo no sabría, querida Gaia, pero estoy de acuerdo contigo. Y es que todo esto de los "Días de ..." nunca me han gustado...bueno, me encantaba celebrar en clase el Día del Árbol, la verdad (contradicciones que tenemos), pero nada más.
Respecto al que comentas, creo que se hace hincapié en matices equivocados. La igualdad la veo en derechos y deberes, no en una "igualdad" así, en todo. Somos seres humanos, esa es la igualdad. De resto, tenemos muchos elementos que nos diferencian y eso es una gran riqueza. Prefiero celebrar cada día el de los Derechos para todos, sobre todo para los que carecen de ellos en tantísimos lugares.
Un abrazo, estimada amiga.

gaia07 dijo...

Me parece muy interesante esto que apuntas El peletero, el saber transmitir conocimientos es un privilegio que perdimos en uno de los muchos cambios generacionales, para infortunio nuestro.

El tema de los sueldos e impuestos correspondientes llegó mucho después para todos, el hombre tampoco disfrutó de todo el beneficio de su producción en todas las sociedades, el productor siempre fue manipulado aunque todo empezara con el potlatch como prestigio social. A esto me refiero cuando pretendo poner a la altura de la normalidad y no de un festejo este derecho, haciendo hincapié en que sí es una cuestión económica, base de cualquier otro prestigio social, sin él, el resto poco importa. Esto es lo triste y lo que atrapa.
Solo aquella o aquél capaz de ser objetivo y darle justo valor a cada cosa puede conseguir situarse a cierta distancia, no siempre es posible librarse, de esas frustraciones y desgastes.

Hemos de tener en cuenta que un 56 % de la población mundial son mujeres, entre ellas ese 1 % de “velinas” que campa a sus anchas por los múltiples muestrarios para hombres y para el resto de mujeres. Un resto enorme que sí sabe estar a la altura de sus circunstancias, que se mueven en las sombras de la parafernalia mundial haciendo la vida más sostenible y llevadera para todos, muchas de ellas ignoradas hasta por los más cercanos. Y a las que les importa un carajo su aspecto físico (en cuanto a la moda imperante), se han ganado su celulitis y su vejez con mucho esfuerzo y no tienen ganas ni fuerzas para ponerse a discutir por ese “cierto feminismo” que parece llevar la voz cantante y no tiene nada que ver con las mujeres. Su feminismo late con ellas en cada movimiento de sus vidas.

Saber lo que se quiere, como bien dices, puede ayudar a no confundir los términos, aunque yo prefiero que en casa estén los justos.

Un saludo.

gaia07 dijo...

Esa es la cuestión mi querida Virgi, el matiz de esas celebraciones, el Día del Árbol se ha vuelto necesario en cuanto que los estamos perdiendo y es una manera de volver a darle su importantísimo lugar en nuestras vidas. Y sigo estando de acuerdo contigo en que las diferencias son una “gran riqueza”. Por ello es muy importante saber qué se celebra, y que aquello que deba ser normal se entienda como tal.

Un abrazo

cristal00k dijo...

Y es que la diferencia es natural, pero la desigualdad, no. Y mientras la segunda persista, se harán necesarias estas y otras medidas. Bienvenido el día en que no sea necesario "destacar" ninguna jornada. pero a tenor de lo que cae... (ya llevamos unas 20 muertas por violencia de género en tres meses) me temo que andamos lejos de eso.
En fin! Saludos, Gaia.

gaia07 dijo...

No es una cuestión de desigualdad cristal00k la violencia de género es mucho más profunda, tanto que se trata de educación social (base de creencias, actitudes y elecciones), y sobre lo que razono en este post.

Hoy se ataca y se pone en tela de juicio lo que hasta hace unos pocos años era “normal”, la mujer tratada como una cosa. Y ese “normal” es el que hay que cambiar, empezando por tener muy claro qué significado tiene la palabra, qué significado se ha de destacar y cuál ha de ser la posición de la mujer -posición que no solo es la de víctima, sino de confabuladoras y permisoras también. Si de verdad queremos erradicar esto seamos valientes y tratemos la realidad tal cual transcurre-. Y ante todo, no me cansare de repetir que la mujer primero es una persona normal con todos sus deberes y derechos, y después una mujer normal con todas sus diferencias.

Estoy de acuerdo contigo en que para que esta educación consiga que no se “destaque” lo normal faltan bastantes años aún, pero si empezamos por hacer entender que esas “diferencias naturales” son las que hacen grande a la humanidad, puede que se reduzca en unos pocos años.

Un placer tu disyuntiva.
Saludos