Solo, pequeño, imbatible, hermoso, magnánimo, fuerte… feliz
Estaba especialmente triste mi compañera aquella tarde. Acabamos paseando por la playa, hablaba de su lejana tierra, de la pérdida de él (ese que ya será por siempre único), de la tristeza en la entrega de un hombre a su destino y la tranquila espera del fin. Iba de un tema a otro tras cortos silencios, hablaba despacio y las olas del mar no me dejaban oír algunas palabras pero no la interrumpía, la imaginaba más allá de lo que estaba diciendo, y traducía mentalmente a otra historia lo que me contaba entre ambigüedades por algo más terrenal.
La imaginaba viéndose a sí misma allí, conocida, como tras un cristal, riendo, con su manera de hacer las cosas, y cada una de sus frases la trasladaba al sentimiento, la notaba queriendo aunarse con aquella imagen en tanto algo se lo impedía y la obligaba a quedarse donde estaba, viéndose desaparecer decidía acercarse y atravesaba aquella proyección de sí misma, con la angustia atenazando su garganta comprendía que debía dejarla ir, la certeza de que ya no le pertenecía ese tiempo se hacía cada vez más irrefutable, si la retuviera ambas sucumbirían, debía olvidarla y seguir su camino con este nuevo ser en el que apenas se reconocía, pendiente de construir, miraba sus manos, sentía su cuerpo, el cansancio, la pesadez, le faltaba la alegría que le hacía correr. ¡Señor! La otra, la conocida, se quedaba con todo, era la invencible, la que no contaba con lo feo. Esta nueva en la que a duras penas se presiente, en la que nunca pensó y para la que no se siente preparada, la altera, ¿cómo lo hacéis las demás? Algunas lo delatan en el rostro, en su carácter, en sus quejas y lloros, deshaciéndose en un torbellino de preguntas sin necesidad de tener las respuestas.
Precisa un ”barredor de tristezas” -pensé- había callado, caminando, medía sus pisadas y la distancia al mar, me senté en la arena y la deje alejarse a solas.
Quedé pensando en la actitud con la que enfocamos nuestras vidas. La sociedad es áspera y delirante, le molesta todo aquello que no sea ella misma, joven, bella y suntuosa, y acaba dándose de bruces cuando se le rompe la dirección (por no decir que se pega la hostia padre reiteradamente). En cuanto nos toca quedarnos atrás, dónde ya no podemos echar carbón al fuego porque nuestro tiro se queda corto, y nos apoyamos en la pala para maldecirla, recordemos que debemos soltar la pala alzándola primero sobre nuestra cabeza y tirándola lo más lejos posible, levantar el dedo anular justiciero bien tieso y soltar el mayor taco que se nos ocurra en ese momento. Se acabó la responsabilidad, se acabaron los horarios, se acabaron las estadísticas, se acabaron las vacilaciones (se lo contaba en el camino de vuelta). Ahora eres vieja, ni te miran, ni te quieren, ni se acuerdan de ti. Mejor que mejor. Ahora toca hacer lo que te de verdaderamente la gana, y con el aliciente de hacerles sentir culpables por desahuciarte, a la familia, a la sociedad, al gobierno y a todo ser viviente que se considere socialmente aceptable. Que les den. Se reía. Menos mal.
Ya ha vuelto a su tierra, a sus orígenes, se siente capaz de enfrentarse a todo el dolor que tuvo que asimilar y por el que de la noche a la mañana decidió huir. Recompuesta, más mayor y serena, pretende renovar su vida con cuanto pedazo huérfano dejó encajado en cualquier parte de su mundo. Y una actitud totalmente diferente, la de aceptarse a ella y al mundo tal cual es.
A veces, más de una locura acaba siendo cordura. Me ha dejado patente la fuerza con la que la naturaleza y los humanos, como parte consustancial de ella, podemos persistir y deslumbrar una y otra vez.
12 comentarios:
:-)
Gaia, buena reflexión la que propones. No es fácil esa transición de la que hablas, se necesita mucha rebeldía y poca resignación. Las mudas de piel no son nada fáciles, hay muchas "adolescencias" a lo largo de la vida, pero, frente a la primera, las otras son con conciencia. La experiencia y la reflexión pueden ayudar a aceptar la soledad a la que casi siempre aboca el paso del tiempo y la vejez. Asumir, aceptarse, sí. Resignarse, no.
Un abrazo
Emociona ver y oír a estos cuatro virtuosos viviendo la música como si ellos mismos fueran notas, cuerdas, resonancia...
Resiliencia, algo que nos hace falta.
Sin ella ¿cómo encajar las ausencias, el dolor, los desengaños, la miseria...?
Me gusta leerte, querida Gaia. Es un lujo, enseñas a pensar.
Muchos besos
Hola sonrisas.
Un beso Mirada
Lo peor de todo este proceso querida Shandy, es que tal y como desarrollamos nuestra convivencia limitamos la vejez a esa soledad.
Y cuánta razón tienes ¡nada de resignación! Con conciencia existe la posibilidad de existir sin cuerpo y vestir la mente. Seamos luz, o reflejo, energía al fin.
Un abrazo
Es cierto Virgi que la forma de interpretar sintiendo cambia por completo el sonido.
"Resiliencia" preciosa palabra (que he tenido que buscar en el diccionario y me encanta), y cuán exacta a lo que he querido contar.
¡Qué belleza de seres! Y cuánta tristeza somos capaces de crear.
Un besazo
Me ha encantado esta entrada.
Para mí nunca se acabarán las "Estadísticas" porque me dan de comer, pero entrando por la puerta de mi casa desde luego que las obvio.
Y me ha sorprendido en ti que pienses que alguien necesite "un barredor de tristezas".
Te veo con un par. Y no hay mayor escoba que la nuestra. Anular en alto, y dándonos a lo que siempre nos han encomendado juas (la escoba). Pues ¡la usamos!
Y esperemos que no haga falta llegar a cierta edad para "arramplar". De hecho acabo de contestar en mi blog a un comentario en tu misma línea....
Nos quedan muchos años Gaia.
Estamos en el buen camino.
Un beso.
Hay veces que tenemos tanta fuerza Fiebre que no nos damos cuenta de nuestro poder para arrasar en la mente de una persona donde se están derrumbando todas las torres que edificó para protegerse. Por eso ando con más cuidado e intento no sacarla de los escombros tirando de su brazo como antaño, con sumo cuidado le voy quitando las piedras que caen en las zonas más peligrosas (ojos, boca, cabeza, ya sabes), y una vez se han quitado el resto ellas mismas les acerco esa escoba brujeril perfecta para retirar “estorbos”.
A ti y a mi está claro que no nos pillará ninguna torre cerca, las nuestras las construimos con nubes, risas y mucho arte, pa que cuando caigan sea una fiesta. Si, este es el buen camino que ambas seguimos, por eso te invité desde el primer día a mi/tu casa cuando quieras.
Un beso risueño.
Pues tiene suerte de tenerte cerca.
No habia caído en lo que tan bien describes.
Aunque reconozco que probablemente "in situ", y delante de la persona en cuestión, hubiera actuado como tú. Lola es algo más contenida que Fiebre. Lo justo para bregar en sociedad.
Pero escribir es muy fácil, claro.
Besos ´escoberiles´de Piruja, je.
Endiablada música: con duende, como para barrer tristezas. Difícil nacer: con dolor. Difícil crecer: con ansia. Difícil madurar: superar el ego. Difícil envejecer: matar el ego para hacernos luz y alcanzar sabiduría.
Como esa que en tus palabras siempre me obliga a leer varias veces y a pensar que no he entendido todo. No será el envejecer ir desechando lo accesorio.
Besos, amiga.
Ya había estado por aquí pero aún no estaba maduro mi comentario y aún así seguro que es torpe e incompleto, lo que significaría que además de viejo soy tonto.
La edad mayor o menor no es un privilegio: lo es la sabiduría.
Un buen lema “lo justo para bregar en sociedad”, ni más ni menos, Lola Fiebre. Escribir nos permite ser, sin tener en cuenta suspicacias, puesto que quién lee, pinta, borra, machaca, traduce y reduce a su interés lo que quiera que digas.
Solo el que se atreve a lanzar su parecer puede llegar a confrontar ideas y a otras formas de ver la vida. Si siente verdadero interés, por supuesto.
Eso, que lo escoberil no falte, jaja
Querido mateosantamarta dices “torpe” ¡ni por asomo!
Vienes desde hace tiempo y te enrolas en unos blogs femeninos que rayan la vida de hilos emocionales que se enredan en los vientos de pasiones, aflicciones, estremecimientos, y siempre llenos de afectividades, ternuras, instintos, mezclados con practicidad, creación, génesis… ¿y dices que no entiendes?
Y luego pintas enarbolándonos, y comentas, y no huyes. Estás porque quieres ¿Qué hay más sabio que eso?
Gracias querido amigo.
Un beso
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