Lisias, logógrafo del 403 a.C., maestro de retórica y oratoria, todo un virtuoso en adaptar su discurso al carácter de su cliente. Además de dominar el poder de convicción para manipular a su favor cuantas pruebas fueran necesarias utilizando tan solo la palabra, el lenguaje, la dicción y la idea “con pureza, sencillez y claridad”. Demóstenes, Heródoto, Tucídices, ejemplos no faltan.
Usar el lenguaje y la palabra, la dicción y la idea, no es lo que hacemos todos los días. Solo las aplicamos en parte para cubrir nuestras necesidades inmediatas, pero no las usamos en absoluto. Ni siquiera los que se dedican a ella profesionalmente.
Hacer referencia a políticos y abogados actuales sería perder el tiempo. Los pedagogos andan perdidos entre saber qué son y qué les dejan ser, los filósofos están a la caza de reflexiones psicológicas y psiquiátricas que dan divisas, a unos periodistas les da igual lo que la gente quiera leer y otros escriben lo que les compran, los escritores y educadores van a lo suyo, de modo que el lenguaje y la idea andan flotando en el ambiente y a nadie parece importarle por donde deambule.
Y a las mujeres, a las mujeres siguen sin escucharnos, claro que son pocas las veces que te encuentras con alguna capaz de distraer de sus sentimientos una idea sobre el mundo, y que además quiera llegar más allá en una cuestión que no sea para nada práctica.
No me daba cuenta de la cantidad de cosas que aún estando ocultas a nuestro interés, siguen existiendo. Me sorprendo escuchando a dos indigentes que sentados en el banco de la esquina, en una parte boscosa de este río de diseño dentro de la ciudad –no por ello menos hermoso- y expresándose con la legua pastosa y lenta debido posiblemente a que su núcleo accumbens* debe ocuparles ya casi por completo el cerebro, lo que nos llevaría a suponer que el resto de actividades propias han quedado minimizadas, como decía me sorprenden grandemente porque hablaban de la nobleza con una perspectiva muy interesante y que me hizo prestarles la atención que hasta ese momento tenía puesta en mi libro.
Nobleza de la gente que vive asociada a las deudas del alma, al placer de la crueldad, que cuando no encuentra con quién desahogar esa necesidad de “justicia” van contra sí mismos, hurgando en su interior, pretendiendo perfeccionar lo que hace millones de años se incrustó en nuestros memes como algo innato a nuestra naturaleza, esa necesidad de compensar a nuestro sufrimiento haciendo sufrir a los demás.
Nosotros al menos, decían, no nos estamos analizando por lo malos que somos, disfrutamos cuando podemos y cuando no, sufrimos, pero estos, estos sufren hasta para ir al baño, hasta cuando hacen daño se sienten mal, y se pasan la vida ansiando otro momento de placer para luego detestarse por la forma en que lo consiguen, o por lo poco que dura, o por vete tú a saber que se les ocurre.
Seguí el hilo de mi pensamiento. ¿Quién abandona sus deseos, avanzando libre de anhelos, desinteresado, sin egoísmos, marchando hacia el Nirvana?
No queremos sufrir, sin saber que la falta de sufrimiento ancestral con el que nos bautizó la conciencia, lleva implícito dejar de observar el mundo como los ungidos por la razón. Y este no sufrimiento que ansiamos no está en el camino de la dependencia de los demás, del consumo exacerbado, ni de las propiedades particulares.
De igual manera hay gente que admiras, de lejos, por lo que hace en público, y no eres capaz de entender que el resto de sus quehaceres son rutinarios y comunes a los tuyos. Y el de aquellos que viven a tu lado de los que ni se te ocurre pensar que pudieran crear o descubrir cosas que un día acabaran asombrando al mundo. La tendencia es a declararlas incompatibles, y solo consistiría en adoptar un buen punto de vista para que la confusión se tornara en claridad.
Reinterpretar las ideas, los mendigos tienen tiempo para pensar y si lo hacen con sus núcleos placenteros a todo gas, no van del todo descaminados, perdamos pues tiempo –que no neuronas- en recuperar el resuello y aún estando fatigados esforcémonos en dejar en manos de la obviedad solo lo justo para que no pasen desapercibidos los comportamientos destructivos. Quizá entonces podamos conseguir otra utopía, hacer al amor y la libertad aliados.
*Grupo de neuronas del encéfalo. Se piensa que este núcleo tiene un papel importante en la recompensa, la risa, el placer, la adicción y el miedo.
8 comentarios:
Uno de los valores que más respeto es esta comunicación en sintonía que tenemos, muchísimas gracias Gaia por tu escucha activa y tus aportaciones, entonces es mucho más sencillo amigar el amor y la libertad sintiendo lo que somos.
Esas transcripciones que haces de lo que te encuentras, frases cogidas al vuelo más la belleza de la música, hacen de tu entrada algo trascendente.
Nos atamos no sólo a las cosas, a las personas, a la tierra, a la casas, sino a nosotros mismos. En el camino que vamos haciendo, los pasos rara vez nos llevan a la limpieza, más bien a recargarnos aún más.
Los que tienen poco, o nada, si tienen lucidez, pueden ser un ejemplo.
Un abrazo muy fuerte
En este terreno todos somos iguales, pero el que menos equipaje inútil lleva encima tiene la ventaja de la agilidad para recoger cosas esenciales.
Había leído tu entrada pero aún no había oído la música -como te decía en mi blog, los nocturnos de Chopin es lo que más frecuento ahora mismo- porque casi siempre estoy oyendo mi música y no quiero interrumpirla.
Son reflexiones inteligentes y que denotan sensibilidad.
Es cierto Mirada la amigabilidad no está en lo que pensamos o en cómo hacemos las cosas, sino en saber compartir ese cariño en la diferencia.
Un besazo.
Asombra darse cuenta que la mayor parte de las veces las cosas que hacemos no nos reportan satisfacción personal. Tienes razón Virgi nos vamos recargando más, tan solo cuando tus valores cambian, cuando eres capaz de ver más allá de tus deseos materiales, estás preparado para saber dónde puedes encontrar esa felicidad que solo puede hacerte feliz a ti.
Un día contemplando el mar, una noche observando la luna, guardan todas las pistas del mundo.
Un abrazo con cariño.
Me fascinaba Chopin en mi adolescencia, hacia volar mi imaginación por leyendas épicas que algún día realizaría.
Si mateosantamarta, hemos de soltar lastre cuando empieza a fallar el motor de la nave, ahora ya estoy preparada para aerodeslizar mi vida.
No sé a dónde puede llevarme tanta reflexión, pero si sé cuanto disfruto con ellas. Gracias.
Un abrazo
Reflexionar y, además, disfrutar con ello es un pequeño lujo, al alcance de todos pero que disfrutan muy pocos.
Tu reflexión y la música que eliges, como casi siempre excelsa, hacen de tu ventana un jardín.
Me uno a la utopía de hacer al amor y la libertad aliados.
Un besito, Gaia
Estos lujos solo hace falta valorarlos, los otros jamás los disfrutas dejándote la vida para conseguirlos y luego para conservarlos. El mayor placer es poder disfrutarlos con amigos que también lo hacen.
Ya no es una utopía.
Un besazo, Joshua.
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